El España-Lituania no me ofreció interés, al considerarlo como un amistoso de poco pelo. En aquel país, el fútbol va muy por detrás del baloncesto. Allí, la falta de hierba no es motivo de preocupación, pues juegan sobre tierra en donde la hierba brilla por su ausencia. A los españoles se nos informó sobre este asunto planteándolo como un motivo tan serio que obligaría a suspender el encuentro, cuando en España se han jugado partidos de Segunda en campos (?) sin un palmo de césped. En Lituania no había dudas en torno a la celebración del partido (el sábado se jugó allí mismo otro encuentro internacional) pero los medios españoles parecían tener un incomprensible interés en transmitirnos dudas hasta la mañana de ayer, diciendo que «decidirá el árbitro pues él tiene la última palabra». El árbitro llegó, vio el terreno, y dijo: «¡A jugar!». Algo parecido sucede en España con la llamada «huelga patronal», que no es una huelga de los futbolistas sino un cierre impuesto por los patronos. Supongo que, tal como espera el sector más genuino del fútbol español, hoy nos confirmen que se jugará. Si no es así, tampoco nos sorprenderá en exceso porque en el fútbol todo es posible, por increíble que resulte lo que está sucediendo.