La coyuntura económica hace estragos en todos los sectores, y la F1 no es ajena. Pero, al igual que muchas empresas, aprovecha la situación para lograr oportunidades de negocio. En un equipo, todos sus componentes son vitales. Desde los diseñadores hasta el trucker. Pero los pilotos, que tienen la última palabra y se juegan el físico, son ahora el elemento a explotar por las escuderías para completar el presupuesto.
Mucho se ha criticado en los últimos años la aparición de los pilotos de pago. Pilotos a los que se les ningunea por acceder a la F1, presuntamente, solo por el tamaño de la billetera. Pero ¿a qué es debido esto? ¿No será que los propios equipos lleven a esta situación en la que el piloto sustituye la búsqueda de patrocinadores? Algo está claro. Sin dinero no se puede poner un coche en pista, pero los equipos están tendiendo a aprovechar la demanda de asientos como una fuente más de ingresos. Eso sí, el que se juega la vida sigue siendo el mismo.
Precisamente han protagonizado buenas actuaciones algunos de estos «pagadores, carentes de talento que solo corren por dinero». Demuestran que tienen más talento que billetera si se compara con otros «profesionales» de la parrilla. ¿No será que los pilotos de pago de hoy en día son profesionales que se han buscado la vida para cumplir su sueño? Es un hecho que demuestra cómo ha cambiado la F1. Hace diez años un piloto de pago era Alex Yoong o Gastón Mazzacane. Quizá ellos no tuvieran méritos deportivos para estar en la F1. Pero hoy en se les denomina igual a pilotos como Vitaly Petrov o Sergio Checo Pérez, subcampeones de Gp2 entre otras cosas. La gran diferencia es la época que les tocó vivir, pero creo que han respondido a sus detractores donde más duele. En la pista.