Los celestes sentenciaron en el último minuto a un Ciudad de La Laguna que funcionó a empellones
27 feb 2010 . Actualizado a las 18:52 h.La batalla de tanques que se desarrolló en el último cuarto del encuentro que el Breogán y el Ciudad de La Laguna disputaron ayer cayó del bando celeste. Como se preveía en los prolegómenos, Adrien y Coleman mantuvieron un terrible duelo de músculo, calidad e intensidad dentro de la pintura con Donaldson y Guillén. Pero, una vez que los cuatro postes remataron su intenso repertorio en un combate equilibrado, apareció la figura de Ordín para ametrallar desde el exterior en el último minuto y zanjar un choque plagado de vaivenes por parte de ambos conjuntos.
El Ciudad de La Laguna certificó desde el primer minuto por qué es un equipo que se retroalimenta adelante y atrás. Una brutal racha de Heras, con trece puntos en cinco minutos, sembró la incertidumbre en el Pazo Universitario. Los canarios adquirieron una renta de diez (7-17). Fue justo antes de que el motor de los de Alejandro Martínez se gripase y de que el aro se hiciese más pequeño para los visitantes.
Después, llegó el momento en que el Breogán se presentó en sociedad. Sin descomponerse, con un juego más consistente que la absoluta anarquía de los canarios (tampoco era difícil), los celestes fueron regresando al choque.
Ver para creer, un tiro libre de Betinho a falta de dos segundos para el final del primer cuarto supuso la culminación de la remontada y otorgó al Leche Río la primera renta a favor del encuentro (22-21). Fue el paso inicial hacia una descomposición temporal del Ciudad de La Laguna. Los canarios, que fueron incapaces de prolongar el idilio con el acierto en los lanzamientos triples, pasaron sus peores momentos en el segundo parcial. La aportación de los pívots cayó en el olvido en el bando amarillo y tan sólo un alocado Chagoyen trató de aportar algo en medio de un carrusel de despropósitos.
El Breogán dominaba a placer e incluso Javi Román y Vallmajó se sentían a gusto con el viento soplando de cola. Los locales parecían lanzados hacia un triunfo plácido, manjar olvidado en las orillas del Miño. Pero, como casi siempre, el tercer acto se les atragantó a los lucenses. Y La Laguna volvió a encontrar algo de equilibrio en el juego para limar las diferencias.
Intercambio de golpes
Todo se debía resolver en el último cuarto. Entonces, Adrien y Coleman tomaron los galones en el Breogán, mientras que Guillén y Donaldson exigieron la bandera de los canarios. Los cuatro pívots se enzarzaron en una batalla brutal para martillear los aros contrarios. Además, ambos técnicos optaron por no ajustar las ayudas por miedo a ser acribillados desde la línea exterior. Solamente faltaba por aparecer un actor secundario. No pudo ser Iker Urreizti, cuyo divorcio con el lanzamiento desde la larga distancia se prolonga con el paso de las décadas. Y Ordín presentó su candidatura con un triple que sirvió el 77-73 a falta de 56 segundos.