El empate de Estella, en el último suspiro, cuando el gol de Tornero daba pábulo a una imprescindible reacción a la caída libre del Lugo en el último tramo liguero, deja a los de Setién sin coartada para apelar a entelequias. Y eso que la fortuna ha sido generosa con los resultados de la competencia, hasta el punto de que el empate ante el Izarra mantiene a los lucenses en la cuarta plaza, compartida con Lemona y Montañeros. Si sería importante el colchón de puntos que, después del prolongado socavón, todavía ocupan puesto promocionista. A estas alturas, los resultados comienzan a ser decisivos. Los tropiezos, más. Nadie en el Lugo, ni su técnico, se ha atrevido a coger el toro del bajón por los cuernos. Agotado el crédito clasificatorio y de resultados, es hora de que se intente, al menos, la autocrítica severa y exigir responsabilidades. ¿Cuáles son las causas del bache? ¿Físicas, tácticas o psíquicas? ¿Hay algo de todo? Para enderezar el rumbo (se está a tiempo), hay que tener un diagnóstico certero. Sin él, no hay terapia, sino palos de ciego. El desequilibrio defensivo en relación con la productividad ofensiva ha sido el detonante de la crisis. Tampoco se puede perder un partido en el último suspiro, como en Estella. Y que nadie venga ahora con la cantinela de que el Lugo no está obligado a luchar por la promoción. Quizás ese raquitismo mental impida la madurez en situaciones como la actual.