Los rojiblancos, segundos realizadores de su grupo de Segunda B y abanderados del juego de ataque, pulverizan sus registros en la zaga desde su regreso a la categoría
15 ene 2010 . Actualizado a las 11:54 h.Sólo hace dos días que le llegaba al Lugo el último halago. En una serie que no se interrumpe desde que comenzó el curso, ahora era Pepe Calvo, entrenador del Palencia, su rival del domingo, el que alababa el fútbol que propugna Quique Setién: contrario al patadón, abanderado del toque como el camino más eficiente para llegar a la portería contraria. Los rojiblancos han despuntado desde el inicio, con tal propuesta, en el capítulo ofensivo. Sin embargo, hay un dato que queda oculto tras el festín: en las cuatro temporadas desde el retorno a la Segunda B nunca tan pocos goles había encajado el equipo.
«Es por nuestra forma de jugar. Presionamos muy rápido al rival, y defendemos lo más lejos posible del área», analiza Aira, central titular en estos últimos años, veterano, y con mundología en el fútbol. A estas alturas, en la jornada 20 (aunque el Lugo haya disputado 19, por el aplazado de Miranda de Ebro), en el curso del retorno, con Juan Fidalgo en el banquillo -2006-2007-, llevaban 21 tantos en contra; hace dos, ya con Fonsi Valverde como responsable técnico, el debe ascendía hasta 27; la pasada, de nuevo con el actual entrenador del Ourense, bajaba hasta 23. Pero todo es poco ante lo conseguido en esta primera vuelta. Se han quedado en 14, y sólo dos conjuntos, Ponferradina y Palencia han encajado menos.
Explicaciones
¿Pero en el fútbol no se cumplía el axioma de la manta, que al tapar la cabeza se destapan los pies? Algo empieza a cambiar. El Lugo de Setién parece encabezar esa rebelión, y con una intención atractiva. Y eso que al principio de la temporada se le achacaba el encajar en prácticamente cada opción que tenían los rivales. Afortunadamente, escasas. «Nos quejábamos de que concedíamos pocas ocasiones, pero muy claras», destaca Aira. Para él, la explicación es simple, y no quiere la gloria solo para los zagueros: «El trabajo atrás, como el ofensivo, es mérito de todo el equipo. Aquí defendemos desde el primero de los delanteros hasta el último de los defensas».
Aunque es cierto que este curso, sobre todo con respecto al último, al margen del cambio de modelo, el Lugo ha ganado en una parcela clave, el eje del campo, con la llegada de Marcos Rodríguez y Fernando Seoane. Algo que no se le escapa al capitán del equipo: «Es fundamental. El año pasado estuvimos toda la temporada sin jugadores específicos ahí y lo notamos».
Ser central, y con indudable experiencia, no le impide a Aira considerar que un equipo defienda con solvencia resulta más sencillo que lograr un ataque fluido. «Siempre es más fácil destruir que crear. Por eso se paga tanto por los jugadores de arriba», asegura sin miramientos. Eso sí, cuando se consigue encontrar las vías de ataque, mostrar un juego fluido, siempre parece mucho menos complicado el juego.
Pese a que los números atrás son evidentes, la visibilidad, los méritos del fútbol del Lugo, a ojos de la mayoría, quedan para los futbolistas de medio campo hacia adelante. Pero en los de atrás no hay ni un átomo de envidia hacia ese reconocimiento. «!Ninguna!», exclama Aira. «En este equipo cada uno sabe la misión que tiene, y hay unas tareas más específicas que otras. Ellos tienen la responsabilidad del gol. ¡Ojalá sigamos así!».