Riki encuentra un punto en el área

Rubén Ventureira

DEPORTES

El equipo madrileño se quedó a cinco minutos de lograr su primera victoria en el estadio de Riazor

17 may 2009 . Actualizado a las 02:35 h.

De tanto soñar con Europa, el Dépor se quedó dormido. Miró por encima del hombro al Getafe y dimitió del partido hasta que se vio con un gol en contra. La inspiración final de Valerón, aderezada con el don de la oportunidad de Riki, permitió salvar un punto. Poco botín para seguir soñando, pero mucho para los méritos contraídos.

Con Uche y Albin por las bandas, Soldado por el centro y Casquero descolgándose del pivote para sumar arriba, el Getafe, ambicioso, achuchó al Dépor desde la arrancada. Ese dominio inicial se resumió en cuatro córneres casi consecutivos. La lesión de Casquero en el minuto del mal fario, el 13, no arredró a Míchel, que colocó en lugar del retirado a Contra, un lateral con recorrido y buen manejo. Mimaron la pelota los azulones, pero les faltó picardía al acercarse al área. Ahí se le apagó la luz al Getafe, muy previsible en ataque, siempre dando el pase que se imagina antes la defensa deportivista. Por eso, aunque dominó el primer tiempo, solo vio puerta con dulces disparos lejanos.

En ese acto inicial, el Dépor se dejó hacer cosquillas en defensa, la línea más entonada en la primera mitad, con Lopo y Zé imperiales. De mediocampo para arriba solo dio señales de vida inteligente Guardado, en constante movimiento y, por momentos, punzante. No se puede decir lo mismo del resto del personal, estático y parsimonioso. O destemplado, como la novedad del once: Lafita, que volvió a su lugar natural, la titularidad, pero no a su incisivo estado habitual.

El Dépor no supo manar fútbol desde atrás en esa primera mitad. Espeso como estaba, reincidió en la tentación del pelotazo a la cabeza de su unidelantero. Cuando la intentó sacar cocinada, lo hizo a fuego lento: se pensó demasiado la jugada y adoleció de cambio de ritmo al cruzar el círculo central, como había pasado en la primera mitad en Huelva. En ese tramo del partido, Sergio fracasó como director de juego, y de Verdú y Bodipo apenas hubo noticias. Para tan poco fútbol, el Dépor llegó bastante, sobre todo solo a balón parado y en el tramo final de la segunda mitad. Verdú desaprovechó dos rebotes que le cayeron al borde del área tras un córner y una falta (min 15 y 36), y Bodipo se encontró con el palo (min 38) cuando remató a unos palmos de la portería.

A la vuelta del vestuario el partido dio un volantazo. Iban 33 segundos cuando un centro desde la derecha lo cabeceó a la red Soldado, que ganó el salto a Manuel Pablo. La medicina de palo le sentó bien al Dépor, que por fin empezó a jugar al fútbol moderno, y no al del Mundial 82, que tal había sido el ritmo en la primera mitad. Una hilvanada jugada de los jugones blanquiazules concluyó con un centro de Lafita que Bodipo desvió a la escuadra, pero apareció la mano de Ustari (min 48). Poco después, el sevillano regaló a los socios de Pabellón una pelota magnífica servida por Zé Castro desde la cueva.

Lotina envió a la ducha a Verdú y a Lafita, y recurrió a Riki y a Pablo Álvarez para desatascar el partido. Pero el Dépor solo llegaba en acciones aisladas. Guardado falló un gol cantado (min 74) antes de que Aranzubia le ganase un mano a pie a Uche (min 82). En el arreón final, Valerón sacó la varita y abrió para Manuel Pablo, que conectó con Guardado, quien disparó fuerte para que despejase Ustari; Riki (min 85) estaba al quite y la enchufó. Otra conexión Valerón-Riki (min 89) hizo sonar un nuevo ¡huy!, como la internada final de Filipe (min 89), que zanjó Ustari.