Muere el único futbolista español que ha sido Pichichi jugando de mediocampista, el capitán de un Deportivo al que empujó hasta tres veces a las puertas del ascenso
07 jun 2009 . Actualizado a las 22:49 h.Aunque la historia sostenga lo contrario, es falso que en los años 80 Riazor solo paladease fútbol de Primera en el Teresa Herrera. La parroquia blanquiazul gozó cada dos domingos del privilegio de ver a un futbolista de primer nivel nacional galopar por el césped cara al gol con la fuerza devastadora de un bisonte y la elegante zancada de una gacela. Un trofeo resume sus portentosas cualidades: solo un jugador en la historia del fútbol español ha conseguido un Pichichi siendo centrocampista. Ése es José Luis Vara Olveira, fallecido ayer en A Coruña víctima de una enfermedad que se le detectó en mayo. El entierro y el funeral se ofician hoy (16.30 horas) en el cementerio y la iglesia de Esteiro (Muros), donde nació el 5 de octubre de 1958.
El ídolo de los niños del ascenso (que nunca llegó con él), el todocampista capaz de recibir un balón en su área y embocarlo en la red rival, el mejor futbolista de aquel Dépor maldecido por los dioses, ingresó en las categorías inferiores del equipo coruñés en 1973, según la historia del club de La Voz, que añade que fue Sertucha el que lo recomendó. Se estrenó en el primer equipo en la 79-80, la del descenso a Segunda B. Retornó a la categoría de plata a la campaña siguiente y en ella siguió hasta que José Luis emigró a Sevilla.
Sufrió tres ascensos frustrados. El del 22 de mayo de 1983 le dolía especialmente: «Fue el mayor disgusto de mi carrera», confesó a La Voz años después en una entrevista. Al Dépor le valía con empatar en Riazor con el Rayo para subir. Perdió. Un sector paranoico de la afición acusó a los jugadores de no querer ascender porque en ese caso habría limpieza de plantilla: «¡Qué bulo! Pero si el presidente nos había dicho que nos renovaba a todos si subíamos...», apunta Ballesta, defensa que acabó de 9 en aquel partido. «Si llegamos a ascender ese día, José habría destacado en Primera y seguramente los grandes se hubiesen fijado en él», apunta Arsenio, técnico aquella infausta tarde.
Tras el atraco arbitral en Oviedo (85-86) que privó de otro ascenso, el Dépor sí acabó entre los tres primeros en la 86-87, pero, ay, justo esa temporada se celebró un absurdo play-off en el que perdió sus opciones en Riazor contra el Celta, en el partido del (no) penalti de Alvelo. Un sector de Riazor declaró al 10 culpable del fracaso. Hastiado de críticas, se planteó irse, pero empezó la siguiente pretemporada con el Dépor. Todavía como capitán, se dirigió al público en el acto de presentación oficial. Una parte le silbó. Fue la gota que colmó el vaso. El Betis lo compró ese verano por 25 millones. «Djukic nos costó 33 cuatro años después», apunta Ballesta para realzar esa cantidad.
Pero sería injustísimo recordar a José Luis solo asociado a episodios llorosos. Porque ofreció momentos memorables. Muchos: 80 dianas en 241 partidos oficiales con el Dépor, incluidos los 16 que le valieron el Pichichi en la 82-83. Y tantos goles repartidos: «Recuerdo una remontada al Celta en Riazor. Íbamos 1-2 y ganamos 3-2 con dos goles míos de cabeza tras faltas magistrales de José Luis. Solo tuve que empujarlas», afirma Ballesta. «Movía al equipo y hacía goles. Un crac», sostiene Jaime Agulló, que compartió vestuario con él. Potencia, regate, desplazamiento en largo, disparo con las dos piernas, gol, temperamento (a veces demasiado)... «Lo tenía todo», resume Agulló.
Con el Betis jugó dos temporadas en Primera. En la primera hizo 7 goles y tuvo tiempo de tumbar al Barça de Luis Aragonés en el Camp Nou (0-1, gol del gallego de penalti). De Nervión pasó al Orihuela, después al Granada y acabó sus días futbolísticos jugando media temporada en Tercera con el Xove Lago.
Ayer, el capitán indomable provocó la misma reacción que tantas y tantas veces en Riazor: obligó al deportivismo a sacar los pañuelos. Por última vez. Con él se va lo mejor de los 80.