El Breogán superó con claridad a un Cáceres que supo plantarle cara

Marcos Pichel

LUGO

17 ene 2009 . Actualizado a las 18:21 h.

Opuso más resistencia el Cáceres de la que el marcador pueda decir. Por momentos se le clavó como una punta, con el martillo de Simien, pero el Breogán sobrevivió a los golpes y ganó con suficiencia. Pero al final se diluyó como un azucarillo según el acierto desde la lejanía del Breogán se hacía más patente, sobre todo en el tercer cuarto cuarto.

No hay nada más duro que contemplar cómo un jugador recién recuperado de una lesión se desespera en el banquillo después de tener que dejar la cancha, de nuevo lastimado tras una carrera. Dolía ver así a Nacho Ordín, en un nuevo contratiempo para él y para un equipo, que en el calentamiento dejaba la nota positiva del regreso de Bill Phillips.

Y desesperada se mostraba por momentos la defensa del Breogán cuando trataba de frenar a la referencia ofensiva del Cáceres, Simien, que se permitía el lujo de anotar incluso cuando tenía a Cusworth y a Morentin colgados de sus mazas-brazos.

Que nadie piense que los extremeños eran un equipo unijugador. Nada más lejos de la realidad, pues armados de veteranía, todos sus integrantes planteaban continuos problemas defensivos a un Leche Río demasiado despistado por momentos. Si la vigilancia se centraba en el pívot NBA, sus compañeros acertaban desde media distancia. Un rival complicado, el Cáceres, que dejó claro que venía a Lugo dispuesto a redimirse de sus tres últimas, y seguidas, derrotas.

El Breogán sólo jugaba a impulsos. De vez en cuando, una buena defensa obligaba a los visitantes a agotar un ataque sin anotar; de cuando en vez, Betinho encontraba la inspiración arriba, o Gloger soltaba el brazo con en el último triple de la primera mitad.

El factor Simien

Si bien el Cáceres corría el riesgo de ver su juego monopolizado por Simien, su dominio creciente bajo el tablero condujo al despertar de Cusworth. Duelo esperado, de sus choques saltarían chispas, en un despliegue de fundamentos ofensivos al que se unió Morentin en el tercer cuarto para, en un nuevo arranque, colocar la máxima ventaja del Breogán (63-53, la superarían en el último con 78-67). «Tú eres bueno, pero nosotros también», le decían, más lejos del aro, aunque atrás no podían detenerlo como quisieran. El último tramo del partido se transformaría en un espectáculo de ataques, aun con exceso de individualismo. El Cáceres se disgregó con los minutos finales y el Breogán no le fue a la zaga, pero tuvo más acierto. Suspense, casi hasta el último instante.