La dificultad de conciliar trabajo, familia y presidencia

La Voz

DEPORTES

28 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Conciliar es uno de los verbos en boga, pero difícil de poner en práctica, sobre todo para una mujer, madre, trabajadora y presidenta de un club de fútbol. Hacer compatible vida laboral y personal es un ejercicio de equilibrio permanente para la mayoría de las mujeres, pero más si es la máxima dirigente de un club de fútbol.

Quinta temporada

Dolores Rodríguez Alonso está en su quinta temporada al frente del Chapela. La relación empezó hace ya ocho años cuando colaboraba con la junta que había. «Poco a poco me fui metiendo y acabé de presidenta», explica. Ahora, dirige un club con equipos que van desde prebenjamines hasta la tercera autonómica. Un asunto complicado.

Durante la semana, Dolores se levanta a las siete de la mañana para hacer algunas cosas en casa, preparar a los niños y llevarlos al colegio. Después se marcha para la empresa de la que es responsable administrativa. A las tres de la tarde acaba su jornada laboral, vuelve a su casa y come a las 15.30. Por la tarde se dedica en cuerpo y alma a su cargo de presidenta. A las seis de la tarde abre el campo de fútbol para que los distintos equipos que comienzan a entrenar y se queda allí trabajando hasta las diez o las once de la noche.

Tiempo y presión

En su opinión, ser presidenta no es nada fácil: «No está remunerado, hay que dedicarle mucho tiempo y es muy difícil soportar la presión». Los fines de semana los dedica por entero a un deporte del que asegura que es seguidora desde muy pequeña. Los sábados lleva a jugar a sus dos hijos, uno en categoría cadete y otro en juveniles. Los domingos va a ver jugar al equipo de tercera autonómica, tanto en casa como fuera. El poco tiempo que le queda libre lo emplea en atender el campo y acudir a todos los partidos que puede del resto de categorías. Además, también se encarga de la cantina, que pertenece al club.

Como la mayoría de las mujeres, Dolores se enfrenta cada día a muchas horas de entrega a su trabajo y familia. Y además tiene el ánimo suficiente para dedicar su tiempo libre al fútbol.

Ella, como el resto de sus colegas, concilia. No le queda otro remedio.