Los locales se quedaron con un jugador menos en el minuto 6 y los visitantes terminaron con nueve en el campo
17 mar 2008 . Actualizado a las 11:41 h.A veces, un partido de fútbol se convierte en el escenario propicio para la representación de una tragedia. Cual anfiteatro, se van desgranando los ingredientes. Una expulsión cuando las primeras líneas del guión apenas si se han recitado, le da un vuelco inesperado a la trama. Y aunque no es extraña una representación así, puede darse. Como ayer en el Ángel Carro, cuando el Lugo se quedó sin uno de sus puntales atrás, Dani Carril, al ver la tarjeta roja cuando sólo se llevaban seis minutos de juego. Marcos había detenido un disparo a bocajarro de un canario de nombre divino, Yahvé. Grandes reflejos del meta que, sin embargo, no pudo impedir que el cuero quedara en el área, donde estaba solo Leandro, al que a Carril no le quedó más remedio que derribar. Fuera del campo el lateral, penalti, y Leandro que prueba de nuevo los reflejos de Marcos, convertido en salvador. Inicio preocupante, pero el juego dio un giro al final, que el Lugo no supo aprovechar cuando las expulsiones se cebaron con el Pájara.
Roto cualquier esquema de Fonsi Valverde, estaba por ver cómo se adaptaba el Lugo a una situación que le ponía el encuentro cuesta arriba. Salvado el primer envite, y con Costas calentando toda la primera parte en la banda, los rojiblancos perdían un elemento en el medio, porque el técnico hacía retrasarse a Pablo hasta el lateral izquierdo. Quedaba un hueco en el interior que llenaban indistintamente Sergio, Losada, Rubén Durán, e incluso alguna que otra galopada de un Pablo Rodríguez de nuevo de largo recorrido.
El decorado de la función se adaptaba a las necesidades del equipo canario. Despejado, franco para conseguir un resultado favorable. Falló el penalti, pero apenas tuvo una ocasión más. ¿Estaban asustados y por eso, cuando mejor pintaba para ellos, se agruparon atrás? El planteamiento de los majoreros en todo el partido fue inexplicable. Cedieron la iniciativa al Lugo, que fue mucho mejor con uno menos. Un cero en ambición para los canarios, y un diez en agresividad para el Lugo que, en un alarde físico, tomó las riendas y se dedicó acorralar a su rival. Pablo, con una falta a la escuadra, y Losada, de cabeza, probaron a Ramón, portero visitante.
Aguardar atrás
Quizás la idea del técnico Luis Rueda era aguardar a que el Lugo se desfondara, corriendo siempre hacia adelante -los canarios no podrían presagiar algo así-; pero con lo que seguro no contaba el preparador visitante, era con que dos tarjetas amarillas tontas (no hubo juego violento) le dejaran sin Aguilar, por lo que el partido volvía al inicio. Con una salvedad: el Lugo era más fuerte de mente, al haber aguantado sin problemas con la ausencia de Carril. Cuando el árbitro dejó con nueve al Pájara, por una supuesta agresión de Leandro a Rubén Durán, con el que mantenía un pique, esa fortaleza psicológica local, se convertía también en superioridad física. Pero pese a acorralar a su rival, la puntería, y el increíble acierto de Ramón, cercenaron las ocasiones de un Lugo que pasó de ser víctima, a dominar, aunque sin suerte.