El crédito de Juan Ramón López Caro es muy reducido. Y se ve en la obligación de ganar al Elche el próximo domingo para quedarse sin él. El Celta solo ha sumado tres de los últimos doce puntos en juego, lo que supone la peor racha del equipo desde que comenzó la temporada, justo en el momento en que los rivales directos más están apretando.
El equipo ha tenido un punto de inflexión coincidiendo con el parón navideño. Terminó el año con su victoria más convincente en Balaídos, frente al Granada 74 (4-1), pero empezó el 2008 con una derrota en Tenerife que supuso el preludio de todos los males.
Los celestes atraviesan en los dos últimos meses por su peor crisis de resultados y de juego, lo que es incluso más preocupante porque si al menos convenciese en el terreno de juego siempre se podía confiar en que la racha positiva llegase en cualquier momento.
López Caro se hizo cargo del Celta tras la séptima jornada con el discurso de que no había motivos para preocuparse porque la Liga era muy larga. Diecinueve jornadas más tarde, y a solo dieciséis del final, su discurso sigue siendo el mismo.
Prometedor comienzo
Al principio convenció. Consiguió que los célticos no perdiesen en sus nueve primeros partidos, aunque fuese más a base de empates que de victorias. Pasito a pasito, como esa hormiga que ejemplifica el trabajo del andaluz, fue aproximándose a la tercera posición hasta situarse a un solo punto hace apenas un mes, aunque en ese momento el equipo ya había empezado a dar señales de una debilidad en el terreno de juego que ha acabado reflejándose también en los resultados.
En lo que va de año el único partido potable que han realizado los celestes fue el de Córdoba, donde fueron bastante superiores al rival, aunque también sufrieron en la segunda parte hasta que llegó la expulsión de un jugador de los andaluces.
Ya no se percibe el orden, el sacrificio, el concepto de juego claro que el equipo mostró durante las primeras semanas de López Caro al frente del mismo. El listón lo había dejado muy bajo Stoichkov, pero el problema es que ahora en lugar de ir de menos a más, como hay que esperar de un equipo que parte en desventaja con otros rivales para pelear por el ascenso, la trayectoria es más bien la contraria.