Los niños chinos no quieren ser futbolistas

Efe

DEPORTES

El baloncesto es el deporte preferido ahora en el país de la gran muralla.

20 nov 2007 . Actualizado a las 13:35 h.

A diferencia de lo que ocurre en el resto del planeta los niños chinos no se miran en el espejo de los futbolistas, lo que se refleja en una caída galopante del número de licencias federativas y se traduce en un grave problema de futuro para el fútbol profesional del país.

Las cifras son elocuentes: actualmente sólo hay 30.000 jóvenes registrados en la Asociación China de Fútbol (CFA, siglas en inglés), por los más de 650.000 que había en 1995 y 1996, el bienio de mayor auge del balompié en el gigante asiático, según datos publicados hoy por el diario «South China Morning Post».

El número de escuelas, ya sean de propiedad estatal o privada (una de las cuales pertenece al inglés David Beckhan) ha pasado de 4.200 a apenas 20 en poco más de una década.

China baraja la posibilidad de presentar su candidatura para organizar el Mundial de 2018, pero actualmente el interés del aficionado al deporte se ha desplazado a otras especialidades, fundamentalmente al baloncesto, alentado por el desempeño de Yao Ming en los Rockets, y el más reciente de Yi Jianlian en los Bucks.

«Si no hacemos lo suficiente para revertir la situación el problema dejará de ser una mera fuente convencional de preocupación», dijo Yang Yimin, vicepresidente de la CFA, citado por el diario.

Yang asume la responsabilidad de la CFA en la situación y asegura que no se ha sabido canalizar adecuadamente el apoyo a los clubes o que se ha desatendido la cantera, dejando demasiado margen a las academias privadas.

Sin embargo, a nadie escapa que el devenir del fútbol chino tan sólo ha tenido eco internacional en los últimos años a causa de los escándalos de apuestas ilegales, partidos amañados o árbitros comprados, lo que se tradujo en una deserción en masa de los aficionados, cuya asistencia a los estadios en 2006 fue la más baja con una media de 10.600 espectadores.

Tampoco ayuda la errática trayectoria del equipo nacional, que no da una verdadera alegría a los suyos desde que se clasificó para el Mundial 2002, ni el bajo caché de la Super Liga.