Varias decenas de periodistas enfilaban el camino al párking de Interlagos el domingo por la tarde cuando se enteraron de la noticia sorpresa: Hamilton aún podía ser el campeón por una investigación de la FIA sobre BMW y Williams. Con las prebendas que el inglés ha obtenido este año de la Federación Internacional las posibilidades de cambio de campeón eran muy serias.
Minutos antes de las siete de la tarde (hora brasileña) sonaron los teléfonos en las redacciones de todo el mundo. Los centenares de periodistas avisaban de que la cosa iba para largo mientras encendían de nuevo sus ordenadores. Para los finlandeses y los italianos era un jarro de agua fría. Para los ingleses, una esperanza por la que valía la pena seguir trabajando.
Al fondo de la gran sala se encontraba el departamento de prensa de la FIA. Cada vez que uno de sus operarios aparecía con papeles, toda la prensa escrita se agolpaba, aunque al principio se trataba sólo de transcripciones de ruedas de prensa o demás cuestiones procesales sin importancia.
En el exterior, las cámaras de televisión montaban guardia frente al salón donde se reunían los comisarios. Las horas extras de los periodistas habían agotado las existencias de agua y fruta. David Tremayne, enviado especial del británico The Independent , no se muestra muy optimista cuando charla con La Voz. «Así no», concluye.
Alrededor de las ocho y media de la tarde un comisario filtra a un periodista portugués que, de haber castigo, sólo recaerá sobre las escuderías, no sobre los pilotos. La noticia se extiende en diez segundos y los ordenadores vuelven a echar humo con una noticia todavía sin confirmar. El desfase horario con Europa provoca una pregunta que se oye mil veces: «¿Qué hora de límite me das?», también con la versión «¿puedes dilatar el cierre unos minutos más?».
Cuando en España son las dos menos cuarto de la madrugada, se oyen gritos de alegría en el paddock. Los periodistas salen a mirar. Son los miembros de Ferrari que celebran el título. Diez minutos más tarde la FIA reparte nuevos papeles. Ahora sí. La gasolina de los monoplazas es legal (se les acusaba de tener una diferencia de temperatura mayor a los diez grados con respecto a la del ambiente) y se culpa a las erróneas previsiones meteorológicas. Más tarde se conocerá la reclamación de McLaren, pero a esa hora las rotativas de Europa ya han agotado la tinta del día.