Gómez Noya logra la plata en un Mundial disputado a ritmo de vértigo

DEPORTES

El alemán Daniel Unger batió al gallego al esprint después de una carrera de infarto

03 sep 2007 . Actualizado a las 14:04 h.

En muchas ocasiones a lo largo de la historia, la injusticia se ha cebado con los más grandes. Javier Gómez Noya partió ayer como gran favorito al título mundial en Hamburgo, una ciudad volcada con el espectáculo del triatlón, pero acabó cediendo en la recta de meta ante el local Daniel Unger, un deportista con el que pocos contaban a priori. El teutón y el ferrolano protagonizaron una carrera inolvidable, aunque ingrata con el gallego. Los dos mejores destrozaron a todos los rivales en la carrera a pie y, después de lanzarse infructuosos ataques mutuos, dirimieron el triunfo en unos trepidantes 200 metros definitivos. El alemán rompió la lógica en el país del automatismo.

Las cosas empezaron bien para Gómez Noya. El negruzco cielo de Hamburgo aguantó sin derramar ni una sola gota en un día con una climatología similar al otoño en Galicia. Todo pintaba perfecto para el más fuerte. Además, en la sucia agua del lago en la que ningún habitante de la ciudad osa sumergirse, el ferrolano dio su primera muestra de poderío. Abandonó el baño en cuarta posición y puso en jaque al pelotón de los favoritos en los primeros kilómetros sobre la bicicleta. Belaubre, su compañero de fuga, se quemó intentando abrir un hueco que los alemanes y neozelandeses se encargaron de tapar.

El único error de Gómez Noya se produjo antes de la transición a la carrera a pie. Entró retrasado y tuvo que realizar un esfuerzo adicional para alcanzar la cabeza de la carrera. El público, que no paró de aplaudir y animar a todos los triatletas, sobre todo a los locales, contempló cómo el español tiraba de casta para reintegrarse en la cabeza. Por momentos se temió que la fortaleza del gallego dejase zanjada la prueba antes de lo esperado.

El tramo final fue épico. Gómez y Unger se lanzaron ataques demoledores para intentar derribar al adversario. Pero el público que pocas horas antes devoraba salchichas y crepes en las inmediaciones del circuito se convirtió en el poderoso aliado del alemán, que sacó fuerzas de flaqueza para batir al favorito.