La peculiar campaña iniciada por la Asociación de Comerciantes Distrito los Mallos, consistente en la colocación de una serie de letreros en los establecimientos de sus asociados con el mensaje «Se necesitan clientes», ha puesto sobre la mesa la difícil situación que atraviesa el pequeño comercio en la ciudad. Los cierres, las amenazas y la incertidumbre derivada del marco económico actual se extienden por toda la ciudad y en casi todas las asociaciones análogas de otros barrios.
«Se están cerrando negocios poco a poco y, lo peor, es que muchos de los que están abiertos, lo hacen a duras penas, simplemente para poder realizar las cotizaciones de cara a la jubilación». Este es el diagnóstico que ofrece Carmiña Campos, de la asociación Centro Comercial Urbano Torre de Hércules. Para esta representante todo es la consecuencia directa de la situación actual en la que «el Gobierno dice que no hay crisis, pero la gente no tiene dinero suficiente». Todo se agrava, según ella, por las particularidades de su zona, en la que residen muchos jubilados sin apenas poder adquisitivo y donde la reordenación del tráfico les perjudica: «Posiblemente haya más negocios que echen la persiana en los próximos meses»
«Vamos a lanzar una campaña en verano para atraer a los turistas de la Torre a nuestros negocios», anuncia. Al parecer, muchos de los turistas que acuden a ver el faro romano lo hacen directamente en autobuses, sin apenas contacto con el barrio.
Los cierres también forman parte del paisaje comercial de los Cuatro Caminos. «En lo que va de año se han cerrado 5 o 6 negocios del comercio minorista», precisa Manuel Rodríguez, presidente provisional del Área Comercial Cuatro Caminos. «Además de ello han caído varias inmobiliarias y alguna asesoría y se ven carteles de liquidación por cierre. Quedan negocios de hace muchos años, casos familiares que tiran, pero la situación está muy complicada en estos momentos porque, sencillamente, no hay un duro».
Además de ello, Rodríguez apunta que la zona padece un notorio problema de seguridad, que agrava todavía más la situación: «No es producto de la crisis, pero si tienes un restaurante, te rompen la luna de noche y te llevan la caja y, luego, al volver a instalarla con el esfuerzo económico que ello conlleva, te la vuelven a romper, es algo que lo empeora todo y te da ganas de tirar la toalla».