Nietos al tren

VIGO

28 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Renfe acaba de lanzar una campaña para presumir de su servicio de media distancia. El anuncio presenta a una feliz señora que viaja en tren y afirma: «ahora puedo ir de Santiago a Pontevedra a ver a mis nietos». El reclamo resulta vistoso. Lo que no se aclara es si, cuando salió de Santiago tenía ya nietos o si éstos fueron naciendo en el transcurso de su viaje. Todo es posible en el lento corredor del Eje Atlántico, entre la capital de Galicia y Vigo.

Porque bien pudiera ser que la buena mujer, cuando se subió al tren, tuviese sólo una hija, por ejemplo. Y que, durante el trayecto, esta hubiese conocido a un hombre simpático, se hubiesen emparejado y, tras varios embarazos sucedidos de los preceptivos partos, viniesen al mundo unos nietos que, si bien no existían cuando compró el billete en Compostela, esperan ahora a que vaya a conocerlos su abuela.

El servicio ferroviario gallego sigue siendo lento hasta la desesperación. Y, si uno toma el tren tras la Primera Comunión, puede llegar al destino como abuelo. Porque lo de la alta velocidad, hasta ahora, sólo ha sido papel de periódico. Si amontonásemos todas las noticias sobre el AVE publicadas en los últimos veinte años, podríamos construir una especie de zigurat desde el que se podrían poner satélites en órbita. Ahora bien, del tren rápido propiamente dicho, hasta el momento, no hemos visto nada.

El único tramo operativo actualmente es el que conecta la ciudad de Santiago con A Coruña, trayecto que se cubre en apenas treinta minutos. En algunos tramos, la pantalla del vagón anuncia en un rótulo intermitente: «140 kilómetros por hora». El guarismo parecería un gran logro, si no fuese porque el AVE de verdad está diseñado para alcanzar velocidades de 360 kilómetros por hora. La cifra de la que se presume no llega ni a la mitad y, desde luego, no puede competir con un automóvil por autopista.

Si ya es triste el panorama en el Norte, en el Sur da vergüenza. Hace más de diez años que Manuel Fraga, acompañado del entonces ministro Álvarez Cascos, tenía por costumbre hacer excursiones de fin de semana colocando «primeras traviesas» en todos los pueblos de Galicia. Los alcaldes aplaudían a rabiar. Pero, a día de hoy, no hay nada. Viajar en tren entre Vigo y Santiago sigue durando una hora y media. Y nadie da una fecha creíble para que sepamos cuándo vamos a tener un servicio ferroviario rápido. Tampoco nos dicen a qué velocidad circulará aunque, si sólo alcanzará 140 kilómetros por hora, sería deseable que no intenten llamarlo AVE.

Todo esto sucede en el corredor del Eje Atlántico, que se supone que es el más avanzado, aunque sólo en su tramo Norte. Porque la conexión con la Meseta es para echarse a llorar, directamente. Por muchas vueltas que uno le dé al mapa, la única línea que se ve discurre entre Ourense, Santiago y A Coruña. No hay más.

El resto, lo de Vigo, está en la enésima fase de estudio e información. Así pues, nos alegramos de que la señora del anuncio vaya a conocer a sus nietos a Pontevedra. Y le recomendamos que no se pase de parada. Si tiene que coger el tren de vuelta, conocerá a sus tataranietos.

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