La historia de R.?M.?R.?S. es la historia de una peregrinación. Pero aún no ha ganado el jubileo, porque su romería todavía no ha terminado. En el 2008, le dieron cita para ir al ginecólogo. No era una revisión periódica de salud, sino una cita por enfermedad. Esperó siete meses.
Al cabo de los 210 días, la atendieron. El médico decidió pedir una ecografía vaginal para determinar cuál era el mal que aquejaba a la paciente, una mujer de 53 años. Además, el especialista consideró que el estudio diagnóstico tenía cierta urgencia, por lo que la citó como preferente. Se la harán a principios de febrero, menos de un mes después de haber acudido a la cita con el ginecólogo.
Pero también solicitó la cita para ver el resultado de la prueba, en el hospital Xeral. Y entonces, se asustó. «Me dieron cita para ver la prueba el 1 de febrero del 2010, después de estar siete meses esperando la consulta y de que el ginecólogo me pusiera como preferente para hacer la prueba», relata.
Esta situación llevó a su marido a poner una reclamación en atención al paciente. El hombre se pregunta si es normal que tenga que esperar un año para ver una prueba a la que el médico puede tener acceso prácticamente instantáneo, a través del ordenador. «¿Canto tempo teñen as probas para a súa caducidade? ¿Quen se fai responsable das secuelas que poida padecer a enferma pola dilación inxustificable, durante un ano de espera?», se pregunta en el escrito dirigido a atención al paciente.
R.?M.?R.?S. habla de su caso con angustia. «¿Cómo no voy a estar desesperada?», se lamenta. Porque no sabe qué es lo que tiene, si tendrán que operarla o si su preocupación es en balde. Así, a la lógica inquietud por la posible enfermedad que sufre se suma la intranquilidad por tener que estar esperando por un diagnóstico que no acaba de llegar. Ahora bien, asegura que irá antes de tiempo a hablar con el médico para saber el resultado.