El tesoro de Cala Hawái se oculta en el noroeste de Galicia

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SOCIEDAD

Los 1.300 kilómetros del litoral gallego cuentan con numerosos parajes casi vírgenes

21 ago 2011 . Actualizado a las 12:36 h.

A diferencia de lo que muchos piensan, no hay que cruzar el charco para disfrutar de playas paradisíacas donde la arena blanca se mezcla con aguas turquesas como las del Caribe. El litoral gallego, con un total de 772 playas, cuenta con auténticos parajes naturales, algunos por descubrir, que bien podrían competir con Cancún o con la República Dominicana en los catálogos de las agencias de viaje, con unas pequeñas diferencias de precio. Y es que, aunque resulte extraño, Hawái está aquí al lado, y es fácilmente accesible en coche desde cualquier punto de Galicia, aunque llegar hasta la arena es complicado con marea lata. No es Honolulú, pero Cala Hawái, un arenal de apenas veinte metros situado en el municipio de Pontedeume, tiene poco que envidiarle, más allá del tamaño. Ni siquiera el nombre, que se lo han puesto los lugareños en vista del parecido con el estado americano.

Si seguimos bajando por los más de 1.300 kilómetros de costa gallega nos encontramos con otros hermosos parajes, como la playa de O Dique, en Porto do Son, donde desemboca el río Maior, que hace que el arenal cambie de tamaño. Esta playa de arena fina, de 300 metros de largo, está a resguardo de los vientos y rodeada de pinares, lo que dificulta el acceso, que solo es posible a través de caminos y corredoiras peatonales.

La belleza de los miradores, junto con las playas y los yacimientos arqueológicos, hacen de la Costa da Vela, en la península de O Morrazo, un excelente destino natural. Sus acantilados, que solo se pueden recorrer a pie o en bicicleta de montaña, son como balcones con vistas a las Cíes, que parecen a tiro de piedra y que demuestran de nuevo que Galicia no tiene mucho que envidiar a Hawái.

Esta información ha sido elaborada por: Antón Bruquetas, Susana Acosta, Cristina Abelleira, Marcos Gago, Xulio Vázquez, María Santalla, María Cuadrado y Moncho Ares.

maría vidal