Suspendido el concierto de un magosto en Rodeiro para respetar el velatorio en un tanatorio próximo

SOCIEDAD

09 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Hay pueblos en los que el duelo ajeno se respeta y otros en los que no. En A Estrada, frente a uno de los tanatorios locales hay una zona de pubs de ambiente adolescente que los sábados por la noche genera episodios surrealistas. En Rodeiro, en cambio, la muerte aún se toma en serio. Si hay que suspender una fiesta, se suspende.

El Concello de Rodeiro tenía previsto celebrar la noche del viernes su tradicional magosto. La fiesta era esperada y polémica. El año pasado el gobierno local suprimió la celebración alegando que había llegado el momento de apretarse el cinturón. Este año, el edil de Cultura decidió recuperarla y el asunto enfrentó al bipartito local Independientes-PSOE y dio mucho juego al PP, que asegura que el Concello no tiene fondos para pagar siquiera el suministro de castañas. Sea como sea, Rodeiro recuperó su magosto. El programa prometía degustación de torreznos, costilla, chorizos y castañas asadas. Todo ello acompañado con pan y regado con vino y queimada, como toda verbena que se precie.

En el apartado musical estaba previsto un concierto del dúo tradicional Fernández y Quintá. Pero el destino no quiso que el programa se cumpliera. Nadie sabe si fue la maldición de algún político disconforme o el simple azar, que tiene muy mala leche.

La celebración estaba prevista en el almacén-garaje municipal de Rodeiro. Este local de explícita denominación es un inmueble situado en el centro del casco urbano en el que el Concello guarda los vehículos municipales. El local, como sala de fiestas, tiene un problema: está situado a 15 metros escasos del tanatorio. El viernes, cuando todo estaba listo para el magosto, el fallecimiento de un vecino impuso la apertura del tanatorio. La organización no lo dudó. Decidió mantener las degustaciones para no echar a perder los víveres y suspender el concierto para incomodar lo menos posible a la familia en duelo.

La solución convenció a todo el mundo salvo a los músicos, que ya se habían hecho a la idea. Entendieron las razones de la organización, pero decidieron celebrar igualmente su noche de concierto. El acordeonista del dúo, Carlos Quintá, es de Lalín, pero su compañero, el zanfonista Óscar Fernández, ya estaba en camino desde Ferrol.

Un amigo de A Estrada les puso la solución en bandeja. Llamó al Café A Farola y les ofreció el dúo. El local es escenario habitual de conciertos. Para la noche del viernes no había nada en cartel. El empresario aceptó la oferta y sorprendió a la clientela con un concierto improvisado.

Como en un cuento de hadas, Rodeiro tuvo su magosto (a medias) y su duelo, el grupo no perdió la noche y los estradenses agradecieron la sensibilidad de los cambotes.