El Concello planta a unos novios«Pensaron que estábamos disfrazados»

X.R. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Una pareja llegó el viernes a Raxoi para casarse pero nadie los esperaba

06 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Ashley Triphan y Joan Jacint Genestar llegaron anteayer viernes más que puntuales a su cita con el casamentero municipal. La boda, como habían acordado con la encargada del Concello, era a las 19.30 horas. Aslhey, originaria de Wisconsin (Estados Unidos), apareció guapísima con su traje de novia blanco y resplandeciente en compañía de su elegante novio Joan y de los invitados. Lo convenido era que llegaran al menos cinco minutos antes y alguien de Raxoi saldría a recibirles. Pero pasaban los minutos y por la puerta del palacio no salió ni dios.

Qué extraño, si había quedado bien claro que su boda sería a las 19.30 y así lo escribió la encargada del Concello en el ordenador. Incluso les preguntó si la querían en gallego o castellano. Y les comentó que tenían veinte minutos para consumar el acto matrimonial.

En la calle el frío llegaba a los tuétanos. Al fin deciden acceder a Raxoi. «¿Podemos entrar?». La chica policía del control les responde: «¿Para qué queréis entrar?» «Para casarnos», contestan los novios. «Pero si no estáis apuntados», replica la agente. «Sí que estamos, y ya hemos pagado los 110 euros de la tasa». Un conserje les pregunta si han confirmado la boda, y los novios se quedan boquiabiertos. «No nos habían dicho nada de eso, y nosotros no imaginamos que había que confirmar las cosas como en los cruceros», relata Ashley Triphan a este medio.

Hubo un largo compás de espera, que a los novios se les hizo eterno. «No sabíamos si iba a haber boda. Hasta las 20.15 no nos dijeron si nos íbamos a casar o no», cuenta Ashley. Al fin, tras apuntar los nombres, les llamaron a la tarima del Salón Noble.

Allí les aguardaba con una sonrisa de amabilidad y preocupación la edila Mercedes Rosón, que no tardó en inspirarles simpatía: «Es muy maja y nos ha hecho una ceremonia muy bonita», comenta la novia. En su alocución nupcial la oficiante les pidió disculpas, les confesó que lo ocurrido nunca había pasado antes y les comentó que su boda iba a ser recordada siempre en el Concello. Los novios se llevaron dos libros. «Nos fuimos contentos con los seis kilos que pesaban los volúmenes», dice la ya esposa de Joan.

Si los novios fuesen otros, seguramente habría gritos, nervios y algún desmayo a las puertas de Raxoi. Pero Ashley y Joan mostraron una calma sorprendente. «La verdad es que no estuvimos nerviosos. Otros novios más nerviosos podrían armar un escándalo», dice Ashley, al fin esposa, que cataloga como anécdota lo ocurrido una vez que ya están casados y felices.

Había conocido a su marido en Salamanca hace cinco años y ambos terminaron recalando en Compostela, ella como lectora de inglés y él como biólogo. El amor los enlazó y los condujo, con gran esfuerzo, al palacio de Raxoi. La fecha de su boda contribuyó a la confusión y a que fuesen felicitados por lo bien ataviados que iban. «Los que nos miraban del Ayuntamiento pensaban que estábamos disfrazados de Carnaval. También lo pensaron otras personas que estaban en la plaza do Obradoiro. Pero ese no era nuestro primer objetivo», comenta Ashley.

Cree que, en adelante, el Concello «seguramente mirará bien el calendario de las bodas». Las aspiraciones de los novios, tras la boda, fueron modestas: cenaron en Casa Manolo y hoy se irán a Muros de luna de miel.