Lavacolla queda rehén de la niebla

m. cheda SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

El aeropuerto pierde hasta abril o mayo sus dos mejores equipos antidesvío

01 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Al contrario de lo que inicialmente había programado, Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena) no elevó ayer el sistema de aterrizaje instrumental de Lavacolla (ILS) del nivel intermedio (II) al superior, el II/III. Y tampoco prevé hacerlo en breve. De hecho, hacia mediados de este mes, y por espacio de dos más, pretende degradarlo a la categoría más baja, la I, lo cual devolverá a Santiago a una época, la anterior a septiembre del 2001, en que los vuelos desviados o cancelados por poca visibilidad proliferaban a razón de 170 por año. Recién iniciado el 2010, Aena ya había rebajado hasta el segundo estadio los modernos equipos antiniebla del recinto compostelano, debido a que en aquellas fechas, para construir ciertas partes de la nueva terminal de viajeros, en la zona acababan de ser desplegadas una quincena de grúas cuyas alturas (40 metros) impedían utilizar las herramientas de tercera clase sin correr el riesgo de que se produjeran peligrosas interferencias. Según declararon entonces las autoridades, la situación quedaría revertida, probablemente, en vísperas de las Navidades o bien, como muy tarde, antes del 31 de enero del 2011, para cuando -se suponía- la última de esas gigantescas estructuras montadas por las contratistas de las obras habría sido desmantelada. Pero eso, de acuerdo con un cronograma recién reajustado, no terminará ocurriendo hasta finales de febrero. Aunque, a estas alturas, poco importaría que se demorase un poco más, pues bastante antes, en torno al día 15, arrancará la segunda fase de ejecución del proyecto de adecuación del campo de vuelos de la capital gallega a un compendio de normas técnicas de aviación civil promulgadas vía real decreto en mayo del 2009. Por el bien de la seguridad «Los trabajos -avanzó ayer una fuente institucional- supondrán un gran de movimiento de tierras, así como la actuación en zonas sensibles y críticas de aparatos de navegación aérea. Durante los mismos, el ILS tendrá que pasar a I», lo que equivale a reducir la operatividad del complejo a estándares de la década de los noventa. Consultada acerca de por cuánto tiempo se prolongarán, afirmó: «Tendrán duración inferior a diez semanas». Así que tocarán a su fin, más o menos, coincidiendo con el de la Semana Santa, en el tercio último de abril. Dichos cambios «redundarán en aumentos de la seguridad operacional vitales para el correcto desarrollo de las operaciones en el aeropuerto», subrayan sus gestores. Básicamente, servirán para extender a la cabecera 17 de Lavacolla algo con lo que la 35 ya cuenta desde el pasado verano: las RESA, según sus siglas en inglés. «Se definen -explican sus promotores- como un área simétrica respecto a la prolongación del eje de la pista y adyacente al extremo de la franja, cuyo objetivo principal consiste en reducir el peligro de daños a un avión que efectúe un aterrizaje demasiado corto o excesivamente largo».