Las obras comunitarias de una aldea de Rois despiertan el interés de técnicos latinoamericanos

U.L.

SANTIAGO

31 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Veinte años han pasado desde que una aldea de Rois, de nombre Silvarredonda, recibió por primera vez la visita de un grupo de técnicos vinculados al mundo agrario para conocer las obras comunitarias emprendidas por los vecinos del lugar. Ayer se repitió el guión de visitas anteriores, con la salvedad de que la aldea, situada en la parroquia de Buxán, tenía una obra nueva para enseñar al grupo de alumnos de un curso de desarrollo rural organizado por el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino.

Se trata de las arquetas de agua, unos depósitos que suministran agua potable a las viviendas y a la aldea y que tuvieron un coste aproximado de 30.000 euros. Esta es la última obra acometida por los vecinos de Silvarredonda, cuya portavoz, Lourdes Neo Sóñora, relató al grupo de 24 ingenieros agrónomos, un veterinario, un economista y hasta un sociólogo, de 14 países latinoamericanos, la primera actuación ejecutada hace cerca de 50 años: un camino que acabó con la incomunicación de la aldea.

Desde entonces, ha habido más obras comunitarias, como el refuerzo del suministro eléctrico, traídas de agua, pozos para su almacenamiento, maquinaria agrícola compartida y, sin duda, la más emblemática de la aldea: la restauración de cinco molinos de agua, dos de los cuales aún funcionan en la actualidad, y que antiguamente molían la harina de maíz que era la base fundamental de la alimentación. Esta actuación le ha valido al núcleo más de un premio.

Ayer, los alumnos latinoamericanos, que estaban acompañados por personal del Ministerio y del responsable de la oficina agraria de Padrón, se maravillaron con todas estas obras de la aldea en la que, por compartir, hasta comparten un periódico, en este caso La Voz de Galicia, de modo que un mismo ejemplar es leído por tres vecinos distintos, eso sí, cada uno en su riguroso turno.

Otra persona del lugar destacó ayer que la ejecución de las obras comunitarias es posible gracias a una fuente de ingresos importante: los recursos forestales de la aldea, que también son mancomunados.

Manjar

Como ya viene siendo una tradición, el grupo visitante fue obsequiado con una comida a base de productos caseros elaborados por los propios vecinos, entre los que destacó una empanada de maíz preparada por una vecina de 92 años.

La visita a la aldea de Silvarredonda pone el punto y final al curso que ha traído a Galicia a los técnicos latinoamericanos. Ayer, los alumnos también conocieron en el núcleo de Pedrouzos la explotación lechera del vecino José Alfonsín Tubío, que utiliza la tecnología más puntera para la alimentación y ordeño de las vacas.