Los arquitectos analizan cómo dar identidad al templo moderno

Jesús Manuel García

OURENSE

13 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La identidad de un templo de culto cristiano es uno de los problemas más delicados que tiene que afrontar la arquitectura religiosa en el presente siglo. Con tal motivo, se está celebrando en Ourense el segundo Congreso Internacional de Arquitectura religiosa Contemporánea bajo el lema Concepto e identidad . El coordinador, Esteban Fernández Cobián, señaló que esta arquitectura es hija de dos revoluciones, «una arquitectónica y otra litúrgica» que surgió a finales del XIX y culminó con el Concilio Vaticano II. ¿Qué respuesta tiene esta arquitectura para un mundo tan mestizo como el actual? En eso están arquitectos, teólogos y presbíteros.

El obispo, Luis Quinteiro Fiuza, destacó que el espacio sagrado posee un «poso esencial de la identidad de esta tierra». Señaló que ese espacio sagrado es «elemento principal de la mediación» y que la arquitectura religiosa tiene el reto de «dar forma al sentido creyente de la vida».

El arquitecto Iago Seara habló de la continuidad de la tensión entre culto, liturgia y forma. Dio unas pinceladas sobre el concepto de la basílica romana y luego la cristiana que no es más que la adaptación a la religión ahora legalizada de la primera, con una serie de particularidades en su interior dejando de ser un templo de dioses paganos para ser lugares de adoración y celebración comunitaria.

Seara indicó que el arte sagrado es la imagen del espíritu divino y que el templo «crea la atmósfera para que la gracia se manifieste mejor» porque las bellas artes en la arquitectura religiosa buscan mostrar la belleza divina. Este profesor y arquitecto explicó la restauración que está llevando a cabo en la Catedral de Tui, en la capilla mayor de la Catedral de Santiago de Compostela y el proyecto que dio lugar a la nueva iglesia de Fontiñas, en Santiago, en la que con diseño moderno y materiales de hoy se esconde toda una cultura milenaria que se refleja en nuevos edificios cuyo origen está en el citado concilio que recomienda algunos cambios dentro del templo, empezando por el altar.