CUALQUIERA SE METE CON ÉL...Ni se te ocurra. Este es el deportista que más piezas lleva encima cuando sale a la pista. Su bolsa pesa 18 kilos y cuesta un pastizal. Un solo manotazo puede convertirte en carne de camilla.
31 oct 2015 . Actualizado a las 09:36 h.Sí, mete miedo. Este chico no es un transformer. Tampoco un gladiador contemporáneo. Este valiente es portero de hockey sobre patines, un deporte donde los bolazos llegan sobre ruedas y a toda velocidad. Jorge Lamas, que vigila los postes del primer equipo del Escola Lubiáns de Carballo, está acostumbrado a ser el blanco perfecto. Un guerrero que soporta mucho más peso del que ya de por sí deriva de las esperanzas de la grada. Y es que Jorge, como el resto de guardametas del hockey, es el deportista que más piezas lleva encima cuando sale a pista. Entre diecisiete y dieciocho kilos pesa su bolsa, una suerte de armatoste casi tan grande como él. Su equipación le cubre de pies a cabeza. Es la única forma de ocupar su posición. Y de vivir para contarlo.
Empecemos por abajo. Lo primero que nos encontramos son los patines, que ya pesan lo suyo. Van cubiertos parcialmente por la parte inferior de las guardas, que suben hasta más arriba de la rodilla. Esta es quizás la pieza que más impresiona, pero tras el primer pitido del partido empiezas a entender el porqué de tanto despliegue. Y es que los porteros se pasan la mayor parte del tiempo en cuclillas, por lo que esta especie de macroespinilleras les protegen hasta el pecho. Y falta les hace. Si seguimos el recorrido por este cuerpo serrano llegamos a las rodilleras, fundamentales para seguir conservando el menisco cuando le alcanza alguna bola. Pero no llevan todo esto directamente sobre la piel. Por debajo va una malla reforzada que sirve de segunda piel y sobre la que también se visten las medias y el pantalón de portero acolchado. Esto ya es para asarse, y todavía vamos por las piernas. Entre ellas y bien sujeta por la coquillera hay que encajar la coquilla, esa pieza que se encarga de asegurar la paternidad del que la lleva. La pechera con hombreras es lo que remata el grueso de la protección interna, una especie de chaleco que impide que la bola se encuentre directamente con el cuerpo. A esto hay que sumarle las coderas, que les permiten impactar con la pista y salir ilesos. ¿Y los guantes? Ríete tú de los de boxeo. Estos son mucho más grandes y cuentan con un acolchado plano que les deja parar las bolas directamente con las manos, sin dolor. Antes se ponen todavía otros más finos: las guantillas, que evitan roces con esas manoplas con las que más vale que nunca te den un sopapo. El collarín y un casco a prueba de bombas con visera de protección facial completan el armamento de los porteros. Solo el vientre se queda sin protección, por ser la zona menos expuesta.
UN OJO DE LA CARA
Como ya te estarás imaginando, el juego completo de un guardameta de hockey sale por un pico. Las guardas de un sénior como Jorge cuestan 250 euros. Los guantes que enseña en la foto están valorados en 260, la pechera en 90 y las guantillas en 30. Su casco es de 120 euros, el collarín de 25, el pantalón de portero cuesta 95 y las coderas 70 euros. Las rodilleras, el stick y la equipación suman otros 170, mientras que los patines son de 400. Una friolera de 1.510 euros. Como para perder algo. La bolsa donde guarda todo este arsenal mide un metro de largo y, por supuesto, tiene ruedas. Aunque las tienen ahora, que no hace tantos años que tenían que llevarlo todo a cuestas.
Pero ¿qué se siente al llevar todo esto puesto? «Hay que pensar que pasamos la mayor parte del tiempo agachados, por lo que no se nota tanto el peso. Al ponerse de pie sí que se siente algo más», dice Jorge. Cuando le contamos que es el deportista que más cosas lleva encima, dice que es muy posible. El hockey hielo anda ahí, pero en ningún otro deporte hay jugadores que vayan cubiertos de los pies a la cabeza y con tanto cachivache. Lógico que disfruten el momento de quitárselas, esos segundos de gloria en el que se secan el sudor, beben un buen trago de agua y respiran hondo. Y tan hondo. Eso que aquí Jorge no se ha quitado todo, que la cuestión no era obligarle a hacer un streptease. Aún lleva la equipación y, cómo no, el stick. ¡Qué moral!