Protección de la cabeza a los pies, sin acompañante y pocos niños en consulta

Bea Costa
bea costa VILAGARCÍA / LA VOZ

SOCIEDAD

MONICA IRAGO

Puntualidad, disciplina con la higiene y mejor no llevar joyas, barba ni maquillaje a la hora de ir al dentista

14 may 2020 . Actualizado a las 21:00 h.

Ir al dentista es otra de esas asignaturas pendientes desde el 13 de marzo. Hasta el pasado lunes, las clínicas permanecieron cerradas, a no ser que se presentase un caso de máxima urgencia, como le ocurrió a Xulio Pouso, de Himadent (Cambados), que rompió el confinamiento para tratar a una mujer de O Grove a quien una muela del juicio traía por la calle de la amargura. En todo caso, para la mayoría de las urgencias fue suficiente una consulta por teléfono y la prescripción de una receta, vía telemática, para resolver aquellos problemas en los que hubiese un proceso infeccioso y dolor de por medio.

En general, los pacientes prefirieron llamar a su dentista de cabecera antes de acudir al hospital o al centro de salud de turno por temor al coronavirus, pero estas cautelas ya no son necesarias.

Las clínicas dentales han reabierto y lo hacen aplicando unos estrictos protocolos de seguridad que exigen a profesionales y pacientes protegerse de pies a cabeza. Valga como ejemplo el caso de Vitaldent. Allí el personal sanitario trabaja con EPIs, esto es, mascarillas, gafas, pantallas, gorros, guantes, batas quirúrgicas..., y se protegen también los equipos con filtros y otros dispositivos. En cuanto a los pacientes, el control se inicia incluso antes de que asomen por la clínica. Cuando llaman para pedir cita se les pregunta si tienen algún síntoma relacionado con el covid-19 y si presentan fiebre, aunque sea motivada por una infección de orina, como se dio el caso, la cita se pospone para mejor ocasión. Una vez superado el triaje inicial, el cliente debe cumplir escrupulosamente el horario de la cita y entrar solo en la clínica con el fin de mantener el mayor distanciamiento social posible. Los pacientes deben estar provistos de mascarilla, desinfectar los zapatos o ponerse un cubre calzado así como retirar abrigos y por supuesto joyas y demás elementos metálicos. En Vitaldent aconsejan, además, no llevar maquillaje, acudir afeitados en el caso de los hombres y para aquellos que no quieren desprenderse de su barba, deben rociarla con alcohol para evitar posibles focos de contagio.

A todo ello hay que sumar el proceso de desinfección de las cabinas y del material quirúrgico, lo cual prolonga mucho los tiempos. Pueden ser hasta 20 minutos por paciente, según explica la odontóloga María Fontán, que nunca olvidará ese primer lunes de la fase 1 en su clínica de Vilagarcía. «Fue un día de mucha tensión y de mucho estrés», comenta.

Al agobio que implica trabajar parapetados hasta las cejas hay que sumar el miedo al contagio. «Sí, hay miedo, pero si se cumplen los protocolos no tiene por que pasar nada, es más fácil contagiarse en el supermercado que en la clínica, y los que corren menos riesgos son los pacientes».

Con tanto protocolo, la cartera diaria de clientes se reduce a la mitad lo cal lastra la rentabilidad del negocio. Fontán y Pouso coinciden en que este va a ser un año duro, porque a la bajada de ingresos y el aumento del gasto en material de protección hay que añadir las pérdidas de los dos últimos meses.

El cierre por el estado de alarma dejó muchos tratamientos a medias, y eso también se está notando en la nueva normalidad. María Fontán se está encontrando encías inflamadas y sangrantes debido a la falta de higiene y al estrés asociado a la cuarentena, según explica, pero, con todo, no se están dando problemas graves ni situaciones irreversibles, apuntan los expertos.

Pese a todas las dificultades, la rutina se va instalando poco a poco en las clínicas dentales, en las que se vuelven a hacer cirugías, ortodoncias y demás tratamientos y se están retomando las citas pendientes, eso sí, con menos personas mayores y menos niños en la agendas.

«Estamos súper animados, con ganas de trabajar y muy agradecidos por el buen comportamiento de la gente», señala la directora de Vitaldent en Vilagarcía, Nuria Altés. «Volvemos con alegría y con entusiasmo», añaden desde la clínica de Carmen Blanco.

Nuestra salud lo agradecerá.