¿Funciona la dieta del cucurucho?

SOCIEDAD

XOSE CASTRO

Un estudio ha calculado las calorías que perdemos en las relaciones sexuales. Te lo cuenta YES, la revista gallega de Gente, Creatividad y Tendencias

06 oct 2014 . Actualizado a las 16:32 h.

No es ni mucho menos para dejarnos helados. Ni fríos. Sino todo lo contrario. La dieta del cucurucho, esa de comer poco y darle mucho, existe. Y es eficaz también si se come. Porque la clave, según apunta un reciente estudio - Energy expenditure during sexual activity in young healthy couples de la universidad de Bath (Reino Unido)- es saber eso que todos nos preguntamos: si por una vez podemos perder calorías dándonos gusto. Y parece que sí, aunque no todos en la misma proporción porque las variables son muchas. «No es lo mismo como diría un brasileño una rapidinha que echarle minutos al fogón», responde clarividente la sexóloga Aránzazu García, de la Clínica Vida, de Vigo. Lo dice sonriendo mientras explica que la novedad de este estudio es que midieron el esfuerzo con un sensor de flujo calórico, parecido a un pulsómetro, y así consiguieron valorar el gasto energético real de las parejas. Claro que todas eran jóvenes (entre 19 y 21 años), heterosexuales, no sedentarias y con una relación estable. Un perfil a priori con todas las de ganar a la hora de darle mucho ritmo al cuerpo. La media se les quedó, pese a todo, en 24 minutos y las conclusiones abrieron la realidad de la incertidumbre, dado que hay tantas variables como posturas, minutos e intensidad. Pero sudando se hace la dieta. Y hay diferencias que merece la pena comentar. Los hombres perdieron 101 kilocalorías frente a las mujeres que gastaron 69. ¿A qué equivale entonces esa pérdida? ¿A un bocata? ¿A un cocido? ¿A un gin tonic? ¡Ay! ¡Si media barra de pan, 50 gramos de jamón serrano y un tomate con su aceitito suman 335 kilocalorías! ¡Ni un bocadillo!

Además Aránzazu matiza como sexóloga y prorratea con datos objetivos: ?Hay que valorar que esa pérdida es en 24 minutos de media, pero no es lo mismo el que ha echado 36 minutos que el que ha gastado 12?. ¿Entonces? Lo que dice la experiencia es que todo depende de cómo se lo monten, explica Aránzazu, y pone ejemplos de esos que todos deberíamos conocer. «El esfuerzo no deja de tener un valor subjetivo, porque todos nos damos cuenta de cuando nos estamos agotando, es como cuando subimos unas escaleras, no hace falta que nadie te diga que te estás cansando para saberlo. Así que no es lo mismo que uno se ponga arriba que abajo, porque por norma general el que está arriba gasta más energía». ¡Arriba ese ánimo! Y mucha fortaleza para el que más se mueva (y mejor) que de esta manera se bajará antes de peso. Sobre todo cuanto más aeróbico sea el ejercicio y sin necesidad de echarse a volar.

La clave es la pelvis

«Todo depende también de los apoyos, si quien está arriba tiene las rodillas apoyadas no hace el mismo esfuerzo (y por lo tanto el mismo gasto calórico) que si está encima y solo apoyado con los pies, porque se verá obligado a desplazar su peso elevándolo con el movimiento hacia adelante», apunta. Por aquello de que caemos en la costumbre y que los varones se vienen arriba, ellos suelen ser los que más calorías pierden, pero por una cuestión placentera. «Los hombres mueven más la pelvis, son más intensos en sus embestidas porque cuanta más fricción más placer; las mujeres, en cambio, no necesitan ese movimiento vigoroso, buscan un frotamiento más leve y no mueven la pelvis igual». Pero como es sexóloga se moja: «La postura haciendo sentadillas es la que más esfuerzo requiere, y la que menos, la del misionero (si estamos abajo)». Aránzazu, con todo, alerta de que si hablamos de dieta una actividad muy intensa y aislada no conviene porque nos hace perder nutrientes. Por eso acaba con mucha más alegría: «Como en cualquier ejercicio hay que ser constante y repetir la actividad». Otro motivo más para no perder tiempo.