El parricida de Moraña drogó a sus hijas para adormecerlas antes de matarlas con la radial

Lars Christian Casares Berg
christian casares PONTEVEDRA / LA VOZ

MORAÑA

Primera petición de prisión premanente. El fiscal ha solicitado para David Oubel la pena máxima, por primera vez en España.
Primera petición de prisión premanente. El fiscal ha solicitado para David Oubel la pena máxima, por primera vez en España. CAPOTILLO

A una de ellas no le hizo efecto y fue consciente, según el fiscal

12 nov 2016 . Actualizado a las 10:06 h.

Un cóctel de nordiazepam, oxacepam y tizanidina fue lo que, según el fiscal, proporcionó a sus hijas, de 9 y 4 años, el parricida de Moraña, David Oubel. Las niñas fueron adormecidas antes de ser asesinadas el 31 de julio del 2015. «Con evidente ánimo de acabar con su vida -relata en su escrito de acusación- y con la finalidad de evitar cualquier posibilidad de defensa o huida de las menores» les hizo ingerir los fármacos «para que estuviesen en un nivel bajo de consciencia».

Lo logró con una de ellas, Amaya, que estaba muy aturdida cuando su padre se acercó a ella con la sierra en sus manos. Entró en su habitación, según el escrito de acusación del fiscal, encendió la máquina y le produjo varios cortes profundos en el cuello. Además, «finalizó la incisión en el cuello con un arma blanca monocortante», del tipo de un cuchillo de cocina, precisa la propia Fiscalía. La niña murió de un «‘shock’ hemorrágico».

El cóctel de medicamentos, sin embargo, no habría hecho el mismo efecto en Candela, la otra víctima y también hija de Oubel, de nueve años. A ella, la ató previamente «con una cinta americana, puesto que esta presentaba un elevado nivel de consciencia, ya que no le habían hecho casi efecto los fármacos ingeridos», precisa el fiscal.

El escrito de acusación cita como pruebas de esa consciencia que la propia niña llegó a forcejear con su padre, después de liberar una de sus manos de la cinta americana con la que había sido atada, aunque ya habría sido herida entonces con la sierra en el cuello. David Oubel no se detuvo ante la desesperación de su hija, herida y tratando de escapar de su padre, que llevaba la radial en las manos. La niña «intentó darse la vuelta y huir, momento en el que el imputado finalizó la incisión en el cuello con la sierra eléctrica en marcha y el cuchillo de cocina, con lo cual le ocasionó el degüello y la muerte inmediata por una hemorragia masiva».

Estos hechos han ocasionado que la Fiscalía solicite por primera vez en España la prisión permanente revisable, una suerte de cadena perpetua. Lo hace en base a que, legalmente, los hechos relatados constituyen, a juicio del fiscal, «dos delitos de asesinato cualificado por alevosía y agravados». Esto es porque las víctimas son menores de edad. También se considera el delito más grave por tener una relación de parentesco.

Las niñas vivían con su madre, que tenía la custodia tras el divorcio del matrimonio y, aunque si es encontrado culpable y se le aplica la prisión permanente revisable tendrá difícil abandonar la cárcel, la Fiscalía pide además una pena de alejamiento hacia su exmujer, a la que no podrá acercarse a menos de mil metros, ni comunicarse con ella por cualquier método durante los próximos treinta años. En concepto de responsabilidad civil, se pide que se le condene al pago de 245.000 euros a la perjudicada, en este caso su exmujer.

Continúa siendo un misterio por qué David Oubel acabó con la vida de Candela y Amaya. «No existían problemas» con la que había sido su esposa, quien está personada en la causa como acusación particular, según se refiere en la memoria anual de la Fiscalía. «La relación del padre con sus hijas fue definida por todos los testigos como muy buena», cita el mismo documento.

El domingo anterior a los asesinatos, David Oubel estuvo con ellas en la carballeira de Santa Lucía, en el centro de Moraña, para participar de los festejos del pueblo. Pero un día antes del 31 de julio se hizo con la sierra eléctrica con la que finalmente las degollaría. Desde entonces está en prisión. Habrá que esperar al juicio para conocer mejor qué le llevó a cometer los crímenes.