El cáncer y las tensiones con la cúpula del PP aceleran la marcha de Esperanza Aguirre

Colpisa

ESPAÑA

La presidenta de la Comunidad de Madrid anuncia por sorpresa que deja todos sus cargos públicos

18 sep 2012 . Actualizado a las 02:45 h.

Esperanza Aguirre anunció por sorpresa que cruza su particular rubicón para poner fin a una brillante carrera política que se ha prolongado durante tres décadas. La lideresa, visiblemente emocionada y ante los gestos de incredulidad de algunos de sus más estrechos colaboradores, comunicó públicamente su decisión de dimitir de sus cargos de diputada autonómica y de presidenta de la Comunidad de Madrid.

La marcha de la dirigente popular se barruntaba desde hace semanas en los mentideros políticos de Madrid, pero nadie en la dirección nacional de su partido auguraba que podía consumarse tan pronto y, mucho menos, a un mes de las elecciones gallegas y vascas. ¿Por qué ha decidido dar este paso justamente ahora? Durante la inesperada rueda de prensa, Aguirre esgrimió una serie indeterminada de motivos personales acontecidos en los últimos años. Sólo detalló uno: el cáncer que los médicos le detectaron en febrero del año pasado y que le obligó a retirarse durante poco más de un mes. «Yo he tenido una enfermedad grave, de la cual presuntamente estoy curada;ahora tengo una revisión el día 25, pero es una enfermedad seria y grave», subrayó. El hecho de que empleara ese «presuntamente», en vez de un «totalmente» curada, encendió todas las alarmas, sobre todo porque la autora de la frase es una de las políticas más directas y contundentes de este país.

Allegados a la presidenta madrileña confirmaron que, efectivamente, en su familia ha cundido el temor a que los médicos hayan detectado alguna anomalía en los marcadores tumorales. Estas mismas fuentes lamentan que Aguirre antepusiera sus obligaciones públicas a su propia seguridad y se hubiera dado de alta con demasiada celeridad durante el primer tratamiento contra el cáncer.

Otro hecho que ha influido de manera determinante en la renuncia de la presidenta madrileña fue la muerte, la semana pasada, de la diputada del PP Nieves García Nieto. Se da la circunstancia de que ambas conocieron que padecían cáncer casi al mismo tiempo. Fue la propia Aguirre quien, en medio del Debate del estado de la Comunidad, comentó que había hablado telefónicamente con García Nieto tan sólo días antes de su fallecimiento y que no tuvo «para nada» la impresión de que la enfermedad que padecía fuera de tal «gravedad y magnitud» como para provocar su muerte inmediata.

Aguirre incidió en que estos últimos acontecimientos personales de su vida, incluida la enfermedad de la que, insistió, está «presuntamente curada» le han hecho reflexionar sobre la necesidad de pasar más tiempo junto a sus familia. «Entonces, ¿qué quiero, pues vivir más cerca de los míos, de mi marido, de mis hijos, de mis nietos, de mi madre, de mis siete hermanos, en fin, y dedicarme pues eh... no sé muy bien a qué» acertó a decir con voz temblorosa.

¿Sólo hay motivos personales? Tal vez no. Aguirre ha comprobado, sobre todo en los últimos meses, que cada vez tiene menos influencia en la cúpula del PP. Y este revés, en una política de raza como es ella, unido a su delicada salud, ha podido ser la gota que ha derramado el vaso. Hasta en un momento tan sentimental como fue la rueda de prensa de su adiós, la dama de hierro de la política madrileña no dudó en sembrar dudas. «Yo he estado esperando a que Mariano Rajoy me diera la entrevista para anunciárselo a ustedes», espetó. La comunicación entre Aguirre y el presidente del Gobierno dejó de ser fluida hace meses. Un distanciamiento que quedó claro durante la última reunión de la ejecutiva nacional, en la que volvió a hacer de pepito grillo y se sumó a las críticas de Jaime Mayor Oreja por la resolución del Ministerio del Interior de conceder el tercer grado penitenciario al etarra Iosu Uribetxebarria Bolinaga.

La dirección del PP también corrigió en público a Aguirre en relación con la posibilidad de que se pueda fumar en los casinos de Eurovegas. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, fue tajante:«El PP no tiene intención de cambiar la ley del tabaco». Fuentes de la dirección del partido asumen que la revelación de Aguirre llega en el peor momento político posible para Mariano Rajoy. Al jefe del Ejecutivo, inmerso en el crucial debate sobre si debe o no pedir el rescate financiero a la Unión Europea, se le abre otro frente interno a un mes de las elecciones en Galicia y en el País Vasco. Todo sin olvidar que la opinión de Aguirre pesa mucho en las bases populares y su oposición a la libertad de Bolinaga caló especialmente.

Y por si fuera poco, la aguerrida dirigente se ha apresurado a señalar como su sustituto al vicepresidente de la comunidad de Madrid, Ignacio González, un hombre que no goza de la simpatía de Rajoy.