Le pido prestado el título de este artículo a Cicerón, que dejó su sentencia literaria, su tesis de pensamiento, escrita hace veinte siglos fijando la defensa de lo útil sobre los demás conceptos que ponían en duda lo acertado de su prolija definición.
Han pasado muchos años y la opinión acerca de lo útil y de lo inútil crea disensiones de lo que pretendía ser un acuerdo unánime.
Decir que útil es buscar un tutorial en internet para arreglar un grifo mientras que lo inútil es en los tiempos que corren escribir un libro de poemas parece una simpleza de barra de bar para centrar la discusión durante el aperitivo. O manifestar que lo útil es ejercitar cada cuatro años el derecho democrático de votar en elecciones generales y lo inútil es votar a Sánchez para presidir el gobierno entra dentro de lo que podíamos llamar chascarrillo o ocurrencia.
El filosofo italiano Nuccio Ordine reabrió el debate en su opúsculo La utilidad de lo inútil marcando los límites de lo que hasta ahora se consideraba conveniente, distinguiendo, para simplificar, como útil un mechero o una puerta y como útil asimismo y valioso, como nuevo concepto, un atardecer. Poco o nada tiene que ver con lo material la percepción de un valor primario con la naturaleza como eje central para conmoverse cuando declina la tarde.
La inutilidad de lo útil es un oxímoron de difícil explicación, pese a que los saberes humanísticos son para el autor más importantes que los técnicos o los económicos.
No recuerdo quién señaló como ejemplos manipulables de los oxímoron útiles/inútiles las expresiones frecuentes en el argot político «fijos discontinuos» o «crecimiento negativo», que evidencian la inutilidad de lo útil. La manipulación del lenguaje cotidiano enmascara y esconde el problema y la inutilidad desborda la terminología. Lo útil y lo valioso, lo utilitario, tener frente a lo útil que no es otra cosa que el ser, son términos que se han quedado obsoletos y que ya no forman parte de nuestro lenguaje.
La burocracia es la proclamación de lo inútil que todo lo reduce a una cuestión bizantina. Yo sigo alineándome intelectualmente con Nuccio Ordine y considero que no hay nada más hermosamente útil que una puesta de sol con el perfil de las islas Cíes en una tarde de verano.
Descifrar las claves necesarias para montar un complicado mueble de Ikea es perfectamente inútil. Cicerón fue, sin duda, un visionario.