«La feminización no tiene nada que ver con que los partidos políticos tengan más mujeres en cargos de representación, que eso es importante y está bien». «Feminizar la política es construir comunidad [...] es construir eso que tradicionalmente conocemos porque hemos tenido madres, que significa cuidar al que tienes al lado». No es difícil imaginar cuál habría sido la reacción de Podemos y de su militancia si estas frases las hubiera pronunciado un diputado socialista o uno del PP. Pero resulta que esas cosas las dijo precisamente Pablo Iglesias. Y, ante las críticas, la consigna del líder de Podemos fue dar la vuelta al argumento y lanzar un ataque en las redes sociales contra cualquier medio o periodista que publicara sus declaraciones, acusándolos de manipuladores.
Dicho y hecho. La prensa siempre es la culpable para Podemos. No habría nada nuevo en esta polémica si no fuera porque ha servido para constatar que ese matonismo que practica Iglesias cada vez que alguien lo cuestiona empieza a dar frutos. Varios medios retiraron de sus páginas web y ediciones en papel la noticia sobre las polémicas declaraciones de Iglesias y otros optaron por publicar íntegro el vídeo de su discurso, sin elaboración periodística alguna, para no ser acusados de manipular. Si la misión de los medios fuera publicar los discursos íntegros de los protagonistas de cada noticia, su existencia dejaría de tener sentido.
El argumento de Iglesias es muy claro. La presencia de más mujeres en la dirección de Podemos, que es lo que están exigiendo muchas militantes y dirigentes de ese partido, «es importante y está bien», pero eso, a su juicio, no tiene «nada» que ver con las políticas feministas. Ni poco, ni mucho. «Nada», según dijo, porque los hombres también pueden poner en práctica políticas feministas. Esa postura se puede compartir o no, pero el problema para Iglesias es que su discurso se suma a una multitud de declaraciones y actitudes claramente machistas.
A una periodista que le hizo una pregunta, le respondió esto: «Precioso abrigo de pieles el que trae usted». Iglesias ofreció también su despacho en el Congreso para que un diputado de Podemos tuviera relaciones con una dirigente del PP que, según dijo, se estaba «calentando». Respecto a otra periodista, afirmó que le gustaría «azotarla hasta que sangre». Sobre su hoy compañera de partido Rita Maestre, comentó que despierta «miradas lujuriosas». A Soraya Sáenz de Santamaría, baja de estatura, la calificó de «menina». Se declara fan absoluto e íntimo amigo de Nega, un cantante que dice que «follarse a pijas es follarse a la derecha». Y el propio Iglesias declara que él procura «follar» lo más posible durante las campañas.
Piensen en lo que dirían en Podemos, con razón, sobre un político de otro partido que dijera este tipo de cosas o que hubiera nombrado a su pareja sentimental jefa de su gabinete y portavoz adjunta en el Congreso, como ha hecho Iglesias. Denunciar esto es garantizarse un ataque feroz de Podemos. Pero callárselo, es perder la dignidad.