Oscar 2013: ¿Dejad que los niños se acerquen a la estatuilla?

La Voz MATEO SANCHO CARDIEL | EFE

CULTURA

DANNY MOLOSHOK

Quvenzhané Wallis se convierte en la actriz más joven jamás nominada, lo que le expone a la maldición de los niños prodigo que sedujeron a la Academia

12 ene 2013 . Actualizado a las 13:28 h.

¿Qué fue de Tatum O'Neal, ganadora del Óscar por Luna de papel o de Haley Joel Osment, del Sexto sentido? Este año, Quvenzhané Wallis opta a los Oscar y con 9 años se convierte en la actriz más joven jamás nominada, lo que le expone a la maldición de los niños prodigo que sedujeron a la Academia.

Bestias del sur salvaje, la sorpresa de esta 85 edición de los Oscar, cuenta con una fantástica interpretación de la pequeña Wallis en su historia de vida extrema en contacto con la naturaleza en los meandros del río Misisipi, pero reabre el debate sobre las estrellas infantiles que ven truncadas su vidas por la irrupción del cine.

Mientras el año pasado la Academia de Cine de España ponía en los 16 años la edad mínima para ser nominado -tras haber reconocido los trabajos de Andoni Erburu o Juan José Ballesta, entre otros-, en Hollywood todo sigue igual y Wallis ha batido el récord que anteriormente ostentaba Tatum O'Neal como la actriz más joven jamás nominada.

Tatum, hija de Ryan O'Neal, ganaba con diez años el Oscar por Luna de papel en 1973, pero a partir de ahí su vida se convirtió en un cúmulo de excesos que, eso sí, le sirvieron para escribir un best-seller autobiográfico, Vida de papel.

En él relataba cómo su padre le introdujo en las drogas y el sexo y sus tórridas relaciones con, entre otros, Melanie Griffith, Jean Claude Van Damme o el príncipe Alberto de Mónaco.

Casada con el tenista John McEnroe y madre de tres hijos, en 2008 fue detenida por la policía de Nueva York cuando intentaba comprar crack y cocaína, y argumentó que «estaba investigando para un papel» de drogadicta.

Jackie Cooper, el más joven nominado al Óscar al mejor actor protagonista (en 1931 por Las peripecias de Skippy a los 9 años), prosiguió su carrera con dignidad e incluso se recuperó en los setenta gracias a la saga de Superman, pero también escribió su experiencia personal bajo el título de ¡Por favor, no le dispares a mi perro!.

Tan curioso título hacía referencia al director de Las peripecias de Skippy, su tío Norman Taurog, quien le amenazó con hacerlo para conseguir que llorara ante las cámaras.

Eran los años treinta, tiempo de menos control de los derechos de los niños, en los que Hollywood exprimía la gallina de los huevos de oro mientras podía. Y era la época de esplendor de Shirley Temple, quien recibió en 1935 un Oscar en miniatura por causar furor con sus rubios tirabuzones. Tenía seis años.

«Dejé de creer en Papá Noel cuanto tenía seis años. Mi madre me llevó a verlo a unos grandes almacenes y él me pidió un autógrafo», diría, y al hacerse adulta sin repercusión en las pantallas, se convirtió en la férrea conservadora Shirley Temple Black, con cargos de embajadora de los Estados Unidos en Ghana y Checoslovaquia, así como jefa de protocolo de la Casa Blanca.

Mary Badham, nominada al Óscar en 1962 por hacer de la hija de Atticus Finch en «Matar al ruiseñor», simplemente se convirtió en restauradora de arte, fuera del mundo del espectáculo.

Algo que también hizo Justin Henry, el niño que optó al Oscar con ocho años como mejor actor de reparto pero vio cómo se lo llevaban sus padres divorciados en Kramer contra Kramer, Dustin Hoffman y Meryl Streep.

El pequeño Henry, tras alguna interpretación poco relevante, decidió detener su carrera y retomar los estudios. Tras esa etapa de formación, volvió a la actuación en una nueva era que le ha llevado a participar en series como «Perdidos» y en algunos títulos del cine independiente.

Esto quizá debería haberlo hecho también Haley Joel Osment, el niño que «a veces veía muertos» en El sexto sentido con 11 años y se medía en los Oscar con Michael Caine o Tom Cruise.

Tras Cadena de favores o Inteligencia Artificial llegó la edad adulta y su actuación en la vida real le reportó una cita con la fiscalía de Los Ángeles, por cargos de conducción en estado de ebriedad y posesión de marihuana.

En la otra cara de la moneda, Anna Paquin, que protagonizó uno de los momentos más emocionantes de los Oscar al recoger su estatuilla con 11 años y quedarse prácticamente muda -como su madre en El piano, Holly Hunter-, pero luego participó en películas tan interesantes como Hurlyburly y, sobre todo, la exitosa serie de televisión True Blood.

Jodie Foster, tras su impactante interpretación en «Taxi Driver», donde con solo 14 años se metió en la piel de una prostituta, se convertiría en una de las actrices más reputadas de Hollywood y ganaría dos Óscar.

Eso sí, nadie le quitó el disgusto de que un fan psicótico atentara el 30 de marzo de 1981 contra el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, solo para llamar su atención.