En 1962 no existían las videoconsolas, Internet, las cámaras de vídeo ni los teléfonos móviles. Y nadie tenía un ordenador en su casa. Los médicos no disponían de aparatos de diagnóstico por resonancia magnética o tomografía axial, y en España comenzaban las campañas de vacunación contra la poliomielitis, una enfermedad que cada año condenaba a miles de niños a sufrir graves secuelas de por vida. Contra el sarampión, las paperas, la rubeola, la varicela, la meningitis o la hepatitis (A y B) todavía no existía vacuna. La era espacial daba sus primeros pasos, pero los satélites todavía no tenían aplicaciones prácticas. En otros países comenzaban a instalarse los primeros reactores nucleares para obtener electricidad. En el nuestro todavía circulaban muchas locomotoras de vapor, mientras que la flota de Iberia solo contaba con tres aviones a reacción. La globalización económica tal y como hoy la entendemos daba sus primeros pasos, pero la globalización cultural hacía años que se había consolidado. En 1962 los Beatles grabaron su primer disco (de vinilo, por supuesto) y Gregory Peck se llevó el Óscar al mejor actor por Matar a un ruiseñor.