La ONU acusa a Israel de usar el hambre como arma de guerra

Mikel Ayestaran JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

Miembros del kibutz Kfar Aza celebran el Hanukkah mientras piden la liberación de rehenes.
Miembros del kibutz Kfar Aza celebran el Hanukkah mientras piden la liberación de rehenes. ABIR SULTAN | EFE

Hamás solo liberará a los rehenes en la Franja a cambio de presos palestinos

10 dic 2023 . Actualizado a las 22:32 h.

A las agencias de las Naciones Unidas se les acaban los calificativos para definir la situación humanitaria en Gaza. Alzan la voz cada día, pero nadie atiende. Philippe Lazzarini, responsable de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), escribió un artículo de opinión en Los Angeles Times en el que acusó a Israel de «usar de manera sistemática la comida, el agua y el combustible como arma de guerra, al igual que la desinformación». La oficina de derechos humanos del organismo internacional también alertó de que «aquellos que no mueren bajo las bombas están en riesgo de morir de hambre, sed y enfermedades». Desde el 7 de octubre el Ejército israelí ha matado a más de 111 funcionarios de la UNRWA y las autoridades del Estado judío han pedido la dimisión del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, a quien acusan de alinearse con Hamás por invocar el artículo 99 del Consejo de Seguridad para pedir un alto el fuego. Al menos 85 instalaciones de la UNRWA en Gaza han resultado dañadas, entre ellas numerosas escuelas reconvertidas en refugios para más de un millón de personas. La última de las arrasadas fue la de Bin Zayed, en Yabalia, de donde expulsaron a miles de desplazados. A los hombres los desnudaron y los sometieron a interrogatorios y a las mujeres y niños les ordenaron irse al sur.

Lazzarini recordó a los israelíes que «atacar y tratar de desacreditar a organizaciones humanitarias es otra forma de hacer la guerra y comprometer la respuesta humanitaria, debilitando aún más la protección de los civiles y sus infraestructuras». Israel se defiende acusando a Hamás de usar las escuelas con civiles como posiciones desde las que atacar a sus tropas.

Más de 18.000 muertos

Las denuncias de la ONU llegaron en la jornada en la que el Ministerio de Salud gazatí —controlado por Hamás— dijo que la cifra de muertos supera ya los 18.000, mientras los heridos rozan los 50.000. Israel sigue lanzando cada día panfletos para ordenar a la gente que evacúe nuevas zonas y se dirija al sur, pero la salida entre los bombardeos hacia un supuesto lugar seguro es misión imposible para la mayoría de familias. Después de días de silencio reapareció Abu Obeida, el portavoz del brazo armado de Hamás al que muchos habían dado por muerto, para anunciar en un mensaje pregrabado que tienen «miles de milicianos a la espera, listos para entrar en combate». El grupo islamista, considerado terrorista por Bruselas y Washington, mantiene su capacidad de lanzar cada día cohetes en dirección a Tel Aviv y sus milicianos emergen de los túneles para golpear a los soldados desplegados dentro de la Franja.

Calle por calle

A los duros bombardeos, desde hace unos días se le suman los choques calle por calle en los feudos más importantes de Hamás como Yabalia, Shejaiya y Jan Yunis. Abu Obeida envió un mensaje a Benjamín Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, para advertirles de que «no podrán traer de vuelta a sus cautivos sin negociaciones. La muerte de un rehén que intentaron recuperar por la fuerza lo demuestra». El portavoz de los islamistas se refería a la operación del viernes en la que el Ejército trató de rescatar a Saar Baruch, uno de los soldados cautivos, pero no logró su objetivo y el militar murió durante los combates.

En opinión del primer ministro, «hará falta más tiempo. La guerra está en pleno apogeo, pero este es el principio del fin para Hamás. Les digo a los terroristas: se acabó. No mueras por Sinwar. Ríndete, ahora». El jefe del ejército, Herzi Halevi, aseguró que mientras cada día ven «más y más terroristas muertos y heridos», en los últimos días también se producen rendiciones, «una señal de la desintegración del sistema».