El nuevo papa: Un cónclave a prueba de cámaras y Twitter

Vicente Poveda DPA

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Gianfranco Ravasi
Gianfranco Ravasi DYLAN MARTINEZ

La casa de descanso de los cardenales y la Capilla Sixtina cuentan con escudos electromagnéticos e inhibidores de frecuencia para evitar las filtraciones

12 mar 2013 . Actualizado a las 00:04 h.

Antes bastaba con encerrar a los cardenales en la Capilla Sixtina y obligarles a jurar silencio. Cónclave, de hecho, significa «con llave». Pero en tiempos de smartphones, purpurados aficionados a las redes sociales y malísimas experiencias con filtraciones, el Vaticano toma ahora medidas más radicales.

A los gruesos muros del Estado pontificio se unirá a partir del martes un invisible muro electrónico que impedirá que nada de lo conversado trascienda. La única vía posible de comunicación con el exterior será sólo la chimenea instalada estos días en la Capilla Sixtina y por la que saldrá un humo blanco o negro para anunciar la elección de un nuevo papa o que se votó sin llegar a un acuerdo.

La tradicional fumata se produce quemando las papeletas en las que los cardenales han efectuado su votación. Si el humo ha de ser blanco, se queman sin más aditivos. Si ha de ser negro, se impregnan de pez, una especie de resina, para tintar el humo. Pero hay un truco más: Desde el pasado cónclave en el que fue elegido Benedicto XVI, ya no se usa para ello una estufa sino dos, una de cinc para quemar las papeletas y otra eléctrica para producir más humo y evitar así equívocos en el exterior sobre el color de la fumata.

Con todo, la fumata blanca que anunció la elección de Benedicto XVI fue primero negra, luego se volvió gris y por último blanca. Un episodio no aclarado en medio del hermetismo del cónclave.

La más vieja de las dos estufas viene usándose desde el cónclave de 1939, en el que resultó elegido Pío XII, y según periodistas que pudieron acceder este fin de semana a la Capilla Sixtina para comprobar su estado durante las votaciones, tiene grabadas las fechas de todos los cónclaves en los que ha sido usada.

En el templo, bajo el techo pintado por Miguel Ángel y el retablo del Juicio Final, se han oscurecido las vidrieras y han sido instaladas además unas mesas alargadas y un suelo de madera para proteger el mármol. También habrá tres urnas de bronce dorado y plata que fueron usadas por primera vez en el cónclave de hace ocho años para que los cardenales depositen sus papeletas, impresas con la inscripción latina Eligo in Summum Pontificem (Elijo como Sumo Pontífice). Hasta entonces, las introducían en un cáliz.

La Capilla Sixtina ha albergado hasta hoy la elección de 24 papas, y la que comenzará este martes será la número 25. Pero se puede decir que el cónclave de 2005 en el que resultó elegido Benedicto XVI fue el primero de tiempos modernos, después de que Juan Pablo II realizara profundas reformas en el ritual que quedaron plasmadas en su constitución Universis Dominici Gregis de 1996.

Una de las principales novedades fue que los 115 cardenales electores -el mismo número que ahora- y el personal que los asiste pudieron residir en la Casa Santa Marta, una moderna hospedería mandada construir por Juan Pablo II en los años 90 pensando en la elección de su sucesor. Hasta entonces, dormían en camas de campaña en los pasillos del Palacio Apostólico Vaticano y debían recorrer hasta 60 metros para acceder a los deficientes aseos del edificio, algo que causaba fuertes molestias a los purpurados más ancianos.

Inhibidores de frencuencia y escudos electrónicos

El camino entre la Casa Santa Marta y la Capilla Sixtina tiene un kilómetro de distancia, pasando por detrás del ábside de la Basílica de San Pedro. Los cardenales del cónclave realizarán el recorrido en minibuses vigilados por la policía y la Guardia Suiza con el fin de que nadie se acerque a ellos mientras dure la elección. Los minibuses disponen además de inhibidores de frecuencia similares a los de los carros blindados utilizados por los soldados italianos en Afganistán con el fin de anular cualquier transmisión electrónica a su alrededor.

También se han instalado escudos electromagnéticos en la Capilla Sixtina y la Casa Santa Marta, lo que impedirá tanto las escuchas externas como que los cardenales sucumban a la tentación de utilizar sus teléfonos móviles. Por ello, tampoco podrán tuitear, algo que por ejemplo no han dejado de hacer estos días desde Roma el cardenal arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan (@CardinalDolan), con más de 92.000 seguidores, o su colega de Barcelona, Lluis Martínez Sistach (@sistachcardenal), con algo más de 4.000.

En la Casa Santa Marta se han retirado igualmente de los dormitorios los teléfonos y televisiones, y tampoco se recibirá la prensa, para evitar cualquier influencia exterior sobre la votación.

Al comienzo del cónclave, los purpurados participantes entrarán en procesión en la Capilla Sixtina cantando el Veni Creator Spiritus (Ven espíritu creador) encabezados por el cardenal vicedecano, Giovanni Battista Re. El actual decano, Angelo Sodano, no participará en el cónclave al tener ya 85 años. Los cardenales dejan de ser electores al cumplir los 80.

Después de que todos hayan prestado juramento, el maestro de ceremonias del Vaticano, Piero Marini, pronunciará el extra omnes (fuera todos), y abandonarán la Capilla Sixtina todos aquellos que no participen directamente en el cónclave. En el anterior, la televisión permitió seguir la ceremonia hasta el momento en que se cerraron las puertas del templo.

El juramento de silencio en torno a lo acontecido en el cónclave deben prestarlo también aquellos que no son miembros del Colegio Cardenalicio, tales como los dos médicos que asisten a los purpurados, los religiosos encargados de recibir confesiones o el personal de seguridad, limpieza y cocina. El incumplimiento de dicha norma implica la excomunión latae sententiae (automática).