Mala caligrafía y faltas de ortografía: abandonar la escritura manual pasa factura a los universitarios

Candela Montero Río
Candela Montero Río REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

Una psicóloga experta en grafología analiza los apuntes tomados a mano por cuatro estudiantes

05 feb 2024 . Actualizado a las 17:39 h.

Que los jóvenes cada vez teclean más no es un secreto para nadie. Las universidades no han permanecido ajenas a este cambio de paradigma y, a día de hoy, los ordenadores han sustituido, en la mayoría de los casos, al tradicional bolígrafo acompañado de una hoja de papel en las aulas. Tomar apuntes a mano se ha convertido en algo anacrónico y, los estudiantes que mantienen este hábito, en una especie en peligro de extinción.  

Es evidente que algo ha cambiado. Los docentes lo perciben: «Hoy resulta muy raro ver a un alumno tomar apuntes con lápiz y papel», dice Antonio Valle, catedrático de psicología evolutiva de la Universidade de A Coruña. Y los estudiantes no lo niegan: «Ahora la mayoría toma apuntes de forma digital», apunta el recién graduado Daniel Cano, que es, precisamente, una de esas anomalías en forma de estudiante que opta por el bolígrafo. 

Una práctica que convence a algunos y de la que desconfían otros tantos. «La irrupción de los ordenadores en las aulas universitarias como una herramienta de toma de notas creo que ha sido algo negativo y muy poco beneficioso para el proceso de aprendizaje de los estudiantes», defiende el profesor Antonio Valle. «Es más cómodo, pero depende de cómo se maneje el usuario», apunta el alumno Daniel Cano.

Pero, ¿qué consecuencias tiene realmente dejar de practicar la caligrafía? Además de que la letra empeore, este cambio de paradigma conlleva desde cometer más faltas de ortografía hasta dificultades a la hora organizar las ideas, pasando por problemas para redactar y «aprendizajes menos profundos», según los expertos.

En las aulas, según Antonio Valle, «las buenas caligrafías ya forman parte de la historia». Pero esa es solo la primera consecuencia: «Una de las cosas más preocupantes son los numerosos errores gramaticales, que están aumentando exponencialmente en estos últimos años», asegura el catedrático, que añade además que «la calidad de la composición escrita también ha ido decayendo». «El proceso de redactar un texto, que era algo imprescindible que aprendiera todo estudiante, resulta una tarea muy complicada para muchos universitarios», detalla.  

Esto se refleja también en las pruebas escritas, en las que a la mayoría de los docentes les ha tocado descifrar algún que otro jeroglífico: «A veces al corregir un examen te conviertes en detective, y la verdad es que no se corrige con el mismo ánimo uno que tiene caligrafía aceptable que un examen ilegible», apunta Celia Veiga, profesora de la facultad de Filoloxía e Tradución de la Universidade de Vigo. Esta tesis la respalda la psicóloga y grafóloga Amparo Botella: «El problema puede presentarse si normalmente en situaciones informales nunca se utiliza la escritura a mano. Podría suceder que la escritura haya perdido calidad o legibilidad, y dificulte la lectura de sus respuestas en el examen».

Pero eso no es todo. El abandono de la escritura manual también tiene como consecuencia «problemas a la hora de organizar y expresar ideas». Lo explica Celia Veiga: «En estos años he notado que la capacidad de organizar ideas antes de escribirlas está disminuyendo y los textos que me entregan escritos a mano contienen muchos tachones y marcas de correctores», relata. La razón la aventura ella misma: «En un ordenador podemos borrar rápidamente lo que acabamos de decir o cortar un párrafo y pegarlo en otro lugar con un par de clics. Con un papel y un bolígrafo no es tan fácil, es necesario tomarse el tiempo de pensar, organizar la información y, luego, escribir».

Se suma Antonio Valle: «Un estudio publicado en el 2014 en la revista Psychological Science, trataba de comprobar si tomar notas a mano era más ventajoso que hacerlo a través de un portátil. Los resultados confirmaron que hacerlo a través de un ordenador era menos efectivo, ya que da como resultado aprendizajes menos profundos y, por lo tanto, más mecánicos y repetitivos», argumenta. 

Una teoría que explica la psicóloga Amparo Botella: «Escribir a mano implica un proceso cognitivo complejo que facilita la concentración, mejora la atención y favorece la retención de información». «La escritura a mano —continúa— es una actividad cerebral que pone en marcha simultáneamente millones de neuronas, algunas muy distantes entre sí, activando áreas cerebrales diversas relacionadas con las memorias». Por eso, explica la grafóloga, al dejar de escribir a mano cuando nos estamos formando «eliminamos una potente herramienta» para «memorizar contenidos, resolver problemas y desarrollar la intuición y la creatividad».

Ellos aún escogen el manuscrito

Aunque pocos, todavía quedan algunos universitarios que toman apuntes bolígrafo en mano. Ellos mismos saben que son una minoría: «Se na clase somos 40 personas, tomamos apuntes a man 6 ou 7», explica Rosalía Rey, graduada en Historia del Arte en la Universidade de Santiago que ahora cursa un máster. Ella, sin embargo, siempre optó por la caligrafía: «Fagoo porque me obriga a estar máis atenta e axúdame a entender. Cando o fas a ordenador tes á túa disposición outros estímulos, podes abrir 15 páxinas en Google e buscar o que che apeteza», defiende.

Daniel Cano, que estudió Comunicación Audiovisual en Santiago primero, y Publicidad en Vigo después, es otro de los que piensa que «nada como un buen boli que hable por ti» y, al argumento de Rosalía, suma otro: «La hoja me permite ser mas creativo a la hora de realizar los apuntes: poner flechas, colores, cajas… Ya hago esquemas que me sirven para estudiar cuando voy tomando los apuntes». Una razón que apoya la grafóloga Amparo Botella: «Al tomar notas a mano se pueden elaborar diagramas, estructurar la información con flechas, con anotaciones al margen, subrayados y otros elementos que ayudan a procesar y recordar mejor lo que se escuchó en clase», relata. 

Por su parte, Daniel Yáñez, es de los que combina ambos formatos: «En casa suelo usar papel y boli, pero a clase solo llevo el iPad. Le tengo puesta una funda con teclado y según la necesidad escribo con el teclado o a mano con el lápiz», explica este estudiante que acaba este año el grado de Comunicación Audiovisual en la USC. La razón de esta dicotomía la explica él mismo: «En clase opto por lo digital por dos razones: tengo muy mala letra y soy muy lento. El papel me gusta más a la hora de estudiar porque voy memorizando mucho mejor lo que escribo».

Por último, está el caso de Carlos Pérez, que no toma apuntes en clase —donde prioriza «prestar atención a la explicación»— y en casa hace sus propios esquemas a mano. Además de las razones que explican sus compañeros, este estudiante de biología de la Vigo tiene otra para optar por esta metodología: «Prefiero estudiar algo escrito a bolígrafo que a ordenador. Siento que me concentro antes leyendo algo anotado a mano que algo escrito en digital, porque estamos tan acostumbrados a estar todo el día con el móvil mirando cualquier tontería que es más difícil que nos concentremos. Nos aburrimos y nos cansamos antes», concluye.