Maryse Condé, entre la miel y la hiel

FUGAS

Maryse Condé, durante la entrega del Premio Nobel Alternativo.
Maryse Condé, durante la entrega del Premio Nobel Alternativo. TT NEWS AGENCY | Reuters

Impedimenta publica las memorias de infancia y adolescencia de la autora antillana, Premio Nobel alternativo en el 2018

13 feb 2019 . Actualizado a las 20:50 h.

Maryse Condé (Guadalupe, 1937) nació con la piel negra en una excolonia francesa de las Antillas, pero no fue hasta la adolescencia -cuando estudiaba en un selecto instituto de París y una profesora la animó a hablar de su tierra- que supo de la esclavitud, la trata, la opresión colonial o el racismo. Lo hizo a través de un libro de su compatriota Joseph Zobel, Calle Cabañas negras, una historia que le resultó «perfectamente exótica» y «surrealista» por el abismo entre la realidad narrada y la propia. Porque la autora antillana, Premio Nobel alternativo en el 2018, se crio como la niña mimada de un matrimonio de funcionarios de La Pointe, capital del archipiélago de Guadalupe, para quienes el gran drama de la Segunda Guerra Mundial fue que durante «siete interminables años» no pudieron viajar a Francia.

Con esta anécdota tragicómica -la primera de una lista larga de escenas que nos sitúan entre la carcajada y la mueca- comienza Condé las memorias de esa infancia y adolescencia burguesas que muestran literalmente lo que su título promete: un corazón que ríe y que llora, un músculo joven e indómito que palpita entre algodones mientras va tomando conciencia de sí mismo y siente el guisante bajo su mullido lecho de princesa.

La pequeña Condé, convertida hoy en la autora clave de la literatura antillana, repasa los años fundamentales en la formación de su personalidad y lo hace con una mezcla perfecta de ingenuidad, brillantez e impudicia que la lleva a escribir: «En el corazón de los niños, la amistad late con la violencia del amor». Y también: «Los hermanos de Yvelise aprovechaban la más mínima oportunidad para bajarse los pantalones y enseñarme el pito. A veces, hasta me dejaban tocárselo». De fondo, el escalofrío de un amor maternofilial lacerante del que nunca sanó: «Así me tiré toda la noche, mi madre aferrándose a mí, yo ovillada junto a ella, arropada por el perfume a vejez y a árnica, por su calor». Así es como quiso recordarla. Y con su recordar estremece.

«CORAZÓN QUE RÍE, CORAZÓN QUE LLORA»

MARYSE CONDÉ

EDITORIAL Impedimenta

PÁGINAS 176

PRECIO 17,95