Charles Burnett: «Los blancos no conciben un actor negro protagonista»

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Daniel Fouray / Efe

Precursor del cine de Spike Lee, Burnett es el mejor director afroamericano de la historia. Está en Galicia, invitado por el festival Play-Doc, que rinde homenaje a su obra. Como creador incómodo, advierte de los riesgos de apoyar a Trump. Y lamenta que América convierta su cine «en una experiencia de gueto, cuando es una experiencia simplemente humana»

15 abr 2016 . Actualizado a las 15:38 h.

Es Charles Burnett (Vicksburg, Misisipi, 1944), el mejor cineasta negro de la historia del cine americano. El pasado miércoles cumplió 72 años y está estos días en Galicia, donde el festival tudense Play-Doc, además de editar el libro Charles Burnett, un cineasta incómodo, que analiza en profundidad su producción, ha preparado la primera gran retrospectiva sobre su obra que se celebra en España. Así podrá verse hoy en Tui Killer of Sheep (1978), su debut en el largometraje y prodigio de fuerza narrativa y lirismo sobre la vida en el suburbio de Watts.  

-¿Existe un cine negro como existe una música negra?

-No creo que exista. Los negros fuimos capaces de crear una forma y un estilo de música que en un origen era independiente, antes de que las compañías discográficas se involucrasen y empezasen a controlar al artista y sus creaciones. La música representaba la experiencia negra mejor que cualquier otro medio. Pero cuestiones financieras y comerciales impidieron que ese estilo y contenido puramente negro en el cine llegase a tener el mismo efecto que la música ha tenido a lo largo y ancho del mundo con el jazz, el blues o la música de baile.

-¿Corre ese cine el riesgo de convertirse en un cine de gueto o de dirigirse exclusivamente a la comunidad negra?

-No, el cine negro es cine americano. Es parte de la historia de América. Es una voz que viene mayoritariamente de la protesta, una narrativa que los blancos americanos no quieren reconocer, ni darle crédito. América lo convierte en una experiencia de gueto, cuando es una experiencia simplemente humana.

-¿Qué rol juega Hollywood?

-Hollywood ha tenido un efecto negativo. Hay gente ahí que, de un modo arrogante, quiere tener control sobre tu imagen, tu narrativa. El sur es un buen ejemplo de ese intento de retratar a los negros de un modo inhumano, el sur no permitirá películas que muestren a los negros como gente real, inteligente y con control sobre su destino, o películas que den una imagen que empodere a la gente de color. El nacimiento de una nación [D. W. Griffith, 1915] es un claro ejemplo de esa penosa distorsión de la raza, celebra el racismo.

-¿Considera su cine «cine negro» o solamente independiente, sin etiqueta de raza?

-Me gusta pensar que las historias que llevo al cine son sobre América. Específicamente sobre un segmento concreto de la sociedad. Creo que es importante compartir nuestras propias experiencias y cómo nos han marcado.

-¿Cómo ve la denuncia de Spike Lee sobre la falta de equidad en las nominaciones de los Óscar? ¿Cómo podría la Academia corregirlo?

-Spike no es la primera ni única persona que está llamando la atención sobre estas desigualdades que afectan a la gente de color y también a las mujeres. Estas denuncias llevan tiempo produciéndose. El modo de cambiarlo sería cambiando las expectativas de la audiencia. Deberían reclamar un cambio y dejar de apoyar cierto tipo de películas. Todavía quedan blancos que no irían a ver una película cuyos protagonistas fuesen negros. Mira si no la controversia creada alrededor del actor negro en la última de Star Wars. Los blancos no conciben que un actor negro pueda ser protagonista, y hubo intentos de boicotear el filme. Y desde que Donald Trump inició su carrera a la presidencia, más y más racistas han aparecido expresando su odio hacia cualquiera que no sea blanco.

-¿Cree que sería apropiado pedirles a Clint Eastwood o Quentin Tarantino que aumenten la cuota de actores negros en sus repartos?

-No, solo espero que cada uno haga lo que es correcto. Tanto Clint como Quentin. Quentin ha utilizado a negros en la mayoría de sus películas. Y Eastwood es sorprendentemente equitativo contratando gente tanto para ponerse delante como detrás de la cámara. Si te fijas en sus películas de Harry el Sucio hallarás bastantes actores y actrices de color en papeles importantes. Y también cuenta con negros detrás de la cámara. Siempre llama al mismo técnico de sonido, que es negro. Sus políticas son un poco extrañas. Además, es un gran fan del jazz y del blues. Cuando rodó su capítulo de la serie documental de la historia del blues, se aseguró de que todos los artistas que allí aparecían fuesen pagados debidamente. Le respeto mucho, y cuanto más sabes de él, más te das cuenta de que es un tipo muy complejo.

-¿Dónde está la fuente del problema, en la industria o en la sociedad americana?

-El origen del problema está en ambas, industria y sociedad. La industria refleja fielmente a la gente que compone la sociedad y que ha escrito su historia. Hay un déficit de educación muy grande. La segregación es buena parte del problema. El sur con su racismo ha tenido un gran impacto en América en su conjunto. El racismo siempre ha estado muy presente en América.

-¿Cambió algo con Obama?

-Es muy complicado. Parece como si Obama hubiese tenido un efecto polarizador, como si desde que fue elegido presidente hayan aparecido más racistas. Tenemos un Gobierno que parece más interesado en acallar al propio Gobierno y rechazar toda proposición que salga de Obama. Y lo que ves es a ciudadanos negros asesinados solo porque la gente cree que pueden salir impunes de matar a un negro, como si su vida no tuviese valor. Cada vez tengo más miedo.

-¿Es un obstáculo ser negro en EE.UU. hoy en día?

-Puede ser un problema si dejas que lo sea. Pero tienes que ser consciente de que hay algunos lugares a los que no puedes acceder libremente en este país. Saber que realmente no importa si eres inocente. Puedes pasarte 30 o 40 años en prisión por un crimen que el sistema judicial sabe que no has cometido. Hay casos de personas que han pasado años en la cárcel por crímenes que no cometieron antes de que fuesen declarados inocentes.

-Con Trump de presidente...

-Espero que eso no ocurra, pero los americanos están lo suficientemente locos como para elegirle. Estoy planteándome seriamente dejar el país.

-¿Dónde está el fallo en el sistema que hace que su cine sea menos viable que otros?

-El fallo está en todo. Como todo está supeditado y manejado por la taquilla, todo el mundo lo sufre. Hay mucha gente brillante en lo alto de este negocio, fueron a los mejores colegios y vienen de familias que llevan en el negocio desde varias generaciones atrás. Partiendo de esto, me temo que hay muy poca experiencia de vida real. No tienen que ser rentables. Cuando yo hago una película me topo con la audiencia y ellos me dicen lo que les ha gustado y lo que no.

-Si no pudiera financiar sus filmes, ¿hallaría nuevas vías de expresión o sería su fin como contador de historias?

-Si no encontrase dinero para hacer una película, creo que me las arreglaría para hacerla con menos dinero. Me gusta rodar películas, la imagen.

-¿Por qué cree que el cine de Spike Lee traspasó cierta frontera de popularidad? ¿Y por qué el suyo está fuera de la distribución comercial?

-Spike es un tipo muy listo. Es un cineasta de gran talento que se ha convertido en una marca. Sabe sacarse partido y venderse. Y sus películas expresan las preocupaciones y sentimientos de su generación. Ha hecho que mucha gente se interesase por sus filmes, que son una especie de cruce en el mejor sentido del término. Cuando hace una película, todo el mundo está pendiente.

-Quizá la estrella del cine de Lee está perdiendo fuerza ahora. ¿Es solo por cuestiones artísticas o hay más?

-No creo que Spike haya estado jamás fuera de la conciencia del público. Siempre hay alguna controversia a su alrededor. Incluso cuando no está rodando una película o si a algunos críticos no les ha gustado su último trabajo, sabe cómo sacarle ventaja a lo negativo. Suele decirse que una mala publicidad es siempre mejor que ninguna.

-¿Debe el cine de Burnett quedar en el ámbito del culto y la aclamación de la crítica?

-No es lo que pretendo. Yo quiero que todo el mundo vea mis filmes. Espero que tengan interés para todos. He tenido una gran profesora de escritura creativa, Isabel Ziegler, que me introdujo en la escritura.

-Cuando rueda, ¿piensa en el público? ¿Y en el éxito?

-Cuando escribo lo que me preocupa son los diferentes niveles de los posibles significados, gestos y conflictos de los personajes. Pienso en cómo puede afectar a los personajes y cómo van cambiando y desarrollándose a medida que la historia se desvela.

-¿Dónde sitúa el entretenimiento en sus prioridades cinematográficas?

-Una buena historia es entretenimiento. El problema está en lograr excitar a la audiencia con material promocional, como los trailers, con una historia seria. Es fácil llegar a ellos con una película de acción, pero una historia seria depende del contenido.

-¿Usted plantea más preguntas que respuestas?

-Quiero pensar que mi trabajo alude o da la impresión de que ilumina lo ordinario de un modo sugestivo. No creo que tenga las respuestas, pero me gusta dar la impresión de que estamos cerca de la verdad.

-¿Considera su trabajo eminentemente político?

-Si vives aquí y ahora, más te vale estar atento a lo que hace tu Gobierno. Debes ser consciente de a quién estás apoyando. Parece que ahora todo el mundo que conozco está preocupado sobre lo que ocurre a su alrededor.

-¿Pueden los filmes modelar la realidad? ¿Trata usted de modificarla con su cine?

-Un filme puede revelar, modelar, informar, echar luz y, lo más importante, exponer y denunciar una injusticia. Los documentales nos ayudan a entender ciertas materias, han desenmascarado la corrupción y cambiado el modo en que sentimos hacia la gente.

-Se vincula a veces su cine con el neorrealismo italiano.

-Me hace muy feliz que haya quien encuentre semejanzas. De todos modos, nunca intenté copiar a los neorrealistas. Me preocupaba dar la impresión de que estás mirando una acción que está sucediendo ahora. No quería que pareciese que había alguien detrás de la cámara dirigiendo la acción, la trama. De hecho, ni siquiera quiero que parezca una trama. Siempre he tenido un toque de desconfianza sobre el proceso típico de narración fílmica.

-¿Es consciente de que su trabajo es probablemente más reconocido en Europa? ¿Le gustaría rodar aquí?

-No sé qué responder, la verdad. Allá donde vayas a rodar, siempre es algo muy duro. Hablo con cineastas europeos y me dicen que también están atravesando unos momentos difíciles. Es el dominio absoluto del cine comercial, en todos lados, lo que hace todo tan complicado.

-Watts, el gueto de «Killer of Sheep», ¿ha desaparecido o sigue siendo un gueto?

-Watts ha cambiado. En su origen la gente tenía trabajo y muchos eran capaces de permitirse una vivienda. La comida era mucho más barata y un dólar valía más que ahora. Los jóvenes no precisaban un título de instituto o universitario para lograr un trabajo. Había un sistema de educación mejor y muchos más empleos. Ahora ves vagabundos por toda la ciudad, paro y una violencia mortal. Podrías pensar que siempre ha sido así, que todo está igual si no tuvieras nada con que compararlo. Lo extraño es que Watts tiene mejor pinta que muchas áreas de Hollywood. Lo que se conoce de Watts a día de hoy es que hay mucha toxicidad en el ambiente, la salud de la gente está en peligro por culpa de las compañías energéticas que solían tener fábricas y factorías químicas en la zona.

-¿Introduce un mensaje de esperanza en «Killer of Sheep» cuando utiliza la canción de Dinah Washington «This Bitter Earth»?

-De algún modo, sí. La esperanza está en la imagen que el protagonista tiene de sí mismo. No se ve rindiéndose o cediendo jamás. Sabe cuál es su responsabilidad como hombre, tiene principios que guían su conducta e intenta mantener unida a su familia.

-Aparte de su trabajo con Scorsese, ¿puede explicar el peso del blues en sus filmes?

-Crecí en un entorno en el que se escuchaba música. Yo tocaba la trompeta, y solía salir con chicos mayores que yo, a los que les gustaba más el jazz y el blues que a los de mi edad. Así que aprendí a escuchar las historias y la poesía que hay en la música. Hablaban de experiencias que transmitían algún tipo de verdad, y cuando me hice mayor y pude experimentar algunas de esas cosas sobre las que cantaban, me di cuenta de que a lo que se referían era a cómo tratar y superar la vida, la tragedia y el amor. Son buenas lecciones de vida.

-La BBC situó en el 2015 «Killer of Sheep» en el número 26.º de la lista de los mejores filmes americanos de todos los tiempos (justo después de «Haz lo que debas»). ¿Da algún crédito a esto?

-¡Claro que se lo doy! Es importante que la gente reconozca tu trabajo, porque mientras estás haciendo la película nunca estás seguro de si será capaz de llegar al público. Y una vez has tenido el honor de un reconocimiento como este, tienes que mover ficha, utilizarlo. Pero lo que necesitas hacer es otra película.

-¿Cómo ve su primer largo pasado el tiempo? No hay juicios ni adjetivos en su relato. Si no fuese por su potente banda sonora, podría haber sido una película muda.

-No lo sé. Solo sé que quería ser considerado como un juez, o como alguien que tuviese respuestas. Pensé que si hacía un filme con hechos y situaciones que ocurrieron, y reordenarlos en secuencias que fuesen avanzando en la acción, no necesitaría imponerme en la historia y sus personajes.

-¿Cuáles eran los cineastas que admiraba al inicio de su carrera? ¿Qué le inspiraba?

-Me encantaban muchas películas de los años 50 para atrás. Creo que Hollywood hizo grandes filmes entonces. Por supuesto que también me gustaba el cine de la nueva ola que vino después, que era muy inspirador. Pero la lista de directores sería demasiado larga para enumerar. Todo aquel período fue una gran influencia.

Traducción de Fernando Molezún