Parricidios y violencia machista copan las condenas a prisión permanente revisable

Manuel Costoya
M. C. Cereijo REDACCIÓN

ESPAÑA

David Oubel, conocido como el parricida de Moraña -a la izquierda- fue el primer condenado en Galicia a prisión permanente revisable. Otro parricida gallego, Marcos Mirás -a la derecha- , que asesinó a su hijo de 11 años en Oza fue la segunda pena impuesta. La tercera y última hasta ahora es para Jose Enrique Abuín, alias El chicle, asesino de Diana Quer, en el centro.
David Oubel, conocido como el parricida de Moraña -a la izquierda- fue el primer condenado en Galicia a prisión permanente revisable. Otro parricida gallego, Marcos Mirás -a la derecha- , que asesinó a su hijo de 11 años en Oza fue la segunda pena impuesta. La tercera y última hasta ahora es para Jose Enrique Abuín, alias El chicle, asesino de Diana Quer, en el centro. E. Moldes, X. A. Soler, E. Pérez

El Tribunal Constitucional dio validez a la modificación del Código Penal del 2015 que endurecía las penas en casos de delitos muy graves

01 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El Tribunal Constitucional dio validez legal a la prisión permanente revisable, una modificación introducida en el 2015 en el Código Penal que endurecía el castigo en casos muy determinados en los que se hayan cometido delitos muy graves. Básicamente contempla una pena de cárcel por tiempo indefinido, sujeta a revisiones muy tasadas que condicionan la posibilidad de que el reo recupere la libertad, entre los 25 y 35 años de condena. El PP, que en el 2015 gobernaba con mayoría absoluta, fue el único grupo que apoyó esta reforma. El pasado martes, el Constitucional no emitió un voto unánime. Siete magistrados la apoyaron y tres se mostraron en contra.

Desde que la modificación entró en vigor, la prisión permanente revisable se ha dictado en 25 casos, todos ellos de extrema gravedad.

Tres casos en Galicia

David Oubel, el primer condenado. El conocido como el parricida de Moraña se convirtió en el primer español en ser condenado a prisión permanente revisable. El 31 de julio del 2017, la Audiencia de Pontevedra lo declaró culpable por los asesinatos de sus dos hijas. Amaia, de cuatro años, y Candela, de nueve. Fue un crimen brutal y con ensañamiento. Primero, les suministró fármacos para que perdieran el sentido y luego, las degolló.

A otro parricida gallego, Marcos Mirás, también se le impuso la prisión permanente revisable. El padre asesinó a su hijo de 11 años en la localidad de Oza, en la provincia de A Coruña, de varios golpes en la cabeza propinados con una pala. Lo hizo para «provocar el mayor sufrimiento psíquico a su exmujer» y el día que eligió fue el de la madre, en el 2017.

José Enrique Abuín Gey, alias el Chicle, asesinó a Diana Quer, una joven de 18 años, para ocultar que la había violado. Fue en A Pobra do Caramiñal en agosto del 2016. La Audiencia Provincial de A Coruña lo condenó años más tarde a la máxima pena del Código Penal, confirmada meses después por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. Fue un caso muy mediático, que avivó de nuevo el debate sobre la prisión permanente revisable.

Los más numerosos

Parricidios y violencia machista, a la cabeza. Los crímenes en que los hijos y las parejas son las víctimas son los más numerosos. En las más de veinte condenas que se han impuesto desde la modificación del Código Penal en el 2015, los parricidios y la violencia machista ocupan los primeros puestos. Francisco Salvador violó a punta de cuchillo a su expareja en Huéscar, en la provincia de Almería, en el 2017. Después, la degolló y antes de hacerlo, le cortó la lengua para impedir que gritara. El jurado popular fue unánime. Asesinato con ensañamiento y alevosía, una decisión ratificada por el Supremo. Era la primera vez que se le imponía la prisión permanente revisable a un condenado por violencia machista.

Luego se han ido sucediendo condenas similares en las que los crímenes machistas revestían extrema gravedad penal. El de Enrique Romay fue parecido. También en el 2017, este hombre asaltó a una mujer que no conocía en un camino poco transitado del municipio de Pilas, en Sevilla. Tras abordarla, la amenazó con un cuchillo y quiso violarla. Como no pudo, la mató para que la víctima no huyera y no lo denunciara. Luego se fueron siguiendo otros, como el asesino de Mora, que mató a su pareja, que era especialmente vulnerable. Sufría la enfermedad de Menière (un trastorno que provoca la pérdida de audición y vértigos). También se le impuso la máxima condena a Mounir Ayad, que propinó 30 puñaladas a su mujer y 16 a su hijo, de tan solo 11 años, en Alcobendas.

Mayoría de hombres

Ana Julia Quezada, la primera mujer sentenciada. De las 25 condenas a prisión permanente revisable dictadas hasta la fecha, 21 fueron impuestas a hombres. Tres a mujeres y una cuarta, a una pareja, que mató a su bebé de cinco meses en Tenerife.

Ana Julia Quezada, la asesina de Gabriel Cruz, fue la primera mujer sentenciada a prisión permanente revisable, en uno de los casos más mediáticos de los últimos tiempos. Ana Julia era la pareja del padre del pequeño Gabriel, un niño de apenas 8 años que desapareció la tarde del 27 de febrero del 2018 en la localidad almeriense de Las Hortichuelas. Tras una intensa búsqueda, en la que se implicó la propia Quezada, la Guardia Civil localizó el cuerpo del niño en el maletero del coche de la mujer, que lo había asesinado días antes y había ocultado el cadáver en una finca propiedad de la familia de su pareja, progenitor del niño. Quezada pasó 12 días muy cerca de los padres, junto a ellos en el operativo de búsqueda, mostrando una frialdad que asombró al país .

La segunda condena a una mujer se le impuso a Ada de la Torre por asesinar con alevosía a su hija de 9 años en Bilbao. Le suministró un cóctel de fármacos y luego la asfixió con una almohada. También fueron inexplicables las 53 puñaladas que le propinó Silvia Acebal a su bebé recién nacido en Gijón.