Las pantanosas aguas del PP madrileño

Ramón Gorriarán MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Javier Lizón | EFE

Años de luchas cainitas, con constantes y agrios enfrentamientos personales, y una sucesión de escándalos de corrupción han acabado arrasando el partido

29 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Madrid es tierra de risas y lágrimas para el PP. Le ha dado las mayores alegrías y los mayores disgustos. Ha encadenado dos décadas de mayorías absolutas y ha protagonizado los episodios más sórdidos. Con José María Aznar reinó la paz, aunque ya se fraguaban las luchas cainitas y se reunían los ingredientes para la corrupción. Cuando Mariano Rajoy se hizo en el 2003 con el liderazgo del partido aplicó su máxima de dejar hacer mientras no haya líos. Una fórmula que se ha demostrado catastrófica. El PP ha tenido cuatro presidentes de la Comunidad de Madrid desde junio de 1995 hasta esta semana; dos están imputados por presunta corrupción en la empresa pública de aguas Canal de Isabel II, Ignacio González y, desde el jueves, Alberto Ruiz-Gallardón. Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes aguardan turno. La primera por un campo de golf en el caso Lezo y el Campus de la Justicia; la segunda, por la adjudicación de una cafetería en la Asamblea autonómica dentro de la trama Púnica. Un lodazal consecuencia de años de disputas internas y fuego amigo que condujeron a denuncias ante los tribunales.

El dúo Pimpinela

Pugna Gallardón-Aguirre. Había señales de que el reinado del PP en la Comunidad de Madrid podía acabar así desde hace tiempo. Casi desde los tiempos en que Rajoy se hacía el sordo ante las peleas del «dúo Pimpinela» formado por Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón. Calló hasta que estalló el 15 de enero del 2008. Aquel día reunió a los dos en su despacho de la calle Génova. El motivo, ambos querían ir en las listas de las generales. El primero en pedirlo fue Ruiz-Gallardón; al enterarse Aguirre, dijo que ella también. El líder del PP dio un puñetazo en la mesa -«estoy harto de vuestros enfrentamientos»- y les comunicó que ninguno sería candidato. El entonces alcalde dijo que dejaba la política, palabras de las que se desdiría. Era el colofón a años de enfrentamientos por todo y por nada.

El tamayazo

El origen. El problema para el líder del PP era Aguirre, que fue un permanente dolor de muelas. Rajoy todavía no estaba al frente del partido, pero asistió espantado a uno de los capítulos más rocambolescos en la historia de los populares de Madrid, el tamayazo. Tras las elecciones autonómicas del 25 de mayo del 2003, el socialista Rafael Simancas tenía en la mano ser el presidente de la Comunidad de Madrid con el apoyo de IU, pero dos diputados socialistas, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, se dieron la vuelta con una burda excusa programática. Quedó la sensación de que habían sido comprados, pero nadie pudo probarlo. Se repitieron las elecciones y Aguirre se convirtió por primera vez en presidenta autonómica.

«No me resigno»

Contra Rajoy. Aquel incidente predispuso al hoy presidente del Gobierno contra Aguirre, animosidad que se agravó con el episodio de las candidaturas con Ruiz-Gallardón, pero que alcanzó la cúspide tras la derrota en las generales del 2008 frente a José Luis Rodríguez Zapatero. La presidenta de la Comunidad de Madrid pidió a Rajoy un paso atrás y, con el latiguillo de «no me resigno», buscó apoyos y urdió una operación para hacerse con el liderazgo del partido en el congreso del PP en Valencia. Aguirre pasaba por su mejor momento tras reeditar su mayoría absoluta, Rajoy por uno de los peores tras su segunda derrota. El líder del partido salvó el cónclave con el apoyo de varios barones regionales. Pero quedó tocado. También tomó nota.

Los espías

Contra Gallardón. La presidenta madrileña retornó a sus lares, pero enseguida, en enero del 2009, volvió a estar en el candelero. Esta vez por un oscuro caso de espionaje contra sus rivales políticos, los gallardonistas, en el que se vieron implicados sus consejeros Ignacio González y Francisco Granados. Se habló de una gestapillo (definición acuñada por el vicealcalde Manuel Cobo) organizada por el Gobierno de Aguirre con la colaboración de miembros de las fuerzas de seguridad financiada con facturas falsas. Tampoco se aclaró nada.

Gürtel

Estalla la corrupción. El 2009 comenzó el insomnio del PP con la corrupción. Saltó el caso Gürtel por una investigación del juez Baltasar Garzón y alcanzó de lleno a la Comunidad de Madrid, a su Gobierno y al PP. La compleja trama tocaba todos los palos. Financiación irregular del partido, adjudicaciones fraudulentas de obras públicas, contratos y concursos amañados, facturas falsas, sobresueldos. Aguirre intentó presentarse como la adalid de la lucha anticorrupción -«yo destapé la trama Gürtel», se jactaba en cuanto podía-, pero tuvieron que dimitir un consejero, tres alcaldes y otros tantos diputados autonómicos. Los imputados se contaron por decenas. Todos del PP.

Púnica

También Granados. No tuvo las mismas magnitudes, pero la operación Púnica, con tintes cutres difícilmente imaginables, volvió a sacudir al PP de Madrid. Medio centenar de dirigentes políticos, empresarios y funcionarios fueron detenidos en octubre del 2014. Entre ellos, Francisco Granados, en su día mano derecha de Aguirre y secretario general del partido. Una trama de corrupción para la adjudicación de servicios públicos en Administraciones autonómicas y locales con una cifra multimillonaria de euros defraudados aún sin cuantificar cuyo destino se repartió, al parecer, entre los promotores y la financiación irregular del PP. Cuentas en Suiza, chalés regalados, millones en un maletín escondido en un altillo de sus suegros, que Granados achacó a trabajadores de Ikea que habían pasado por allí. Un vodevil si no fuera por el multimillonario saqueo de fondos.

Lezo

Un expresidente en prisión. Con la pérdida de la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid en el 2015 emergió la porquería del PP más escondida. Dos décadas de total hegemonía alimentaron la sensación de impunidad y barra libre. En el 2016 comenzaron las investigaciones de la llamada operación Lezo, que en abril del año siguiente condujeron a una docena de detenciones, entre ellas la del expresidente Ignacio González. Se trataba de una madeja creada al abrigo del Canal de Isabel II que desviaba fondos públicos de compras internacionales fraudulentas al bolsillo de los jefes de la trama. En un primer cálculo se habló de más de veinte millones de euros volatilizados. No fue detenido, pero Ruiz-Gallardón está imputado desde el jueves en esta causa porque como presidente autonómico autorizó en el 2001 la compra por parte de la compañía de aguas de una empresa colombiana con un sobreprecio, según los investigadores, de unos 30 millones.

La dirección nacional toma las riendas del partido en la comunidad

No será sencilla la tarea de edificar sobre ruinas. Mariano Rajoy ha encomendado a su coordinador general, Fernando Martínez-Maíllo, ordenar la transición de un maltrecho PP madrileño. El barrizal en el que, según fuentes del partido, se ha convertido la formación, descabezada y dañada por años de tensiones internas y escándalos de corrupción, obliga a la dirección nacional a emplearse a fondo y desembarcar en Madrid para sostener la organización en pie a un año de las autonómicas. El diagnóstico, aseguran diversas fuentes, es «desalentador» y recuerda el desierto que los populares han atravesado en la comunidad valenciana. Las últimas presidentas del PP madrileño, en su momento tan «carismáticas» para el electorado conservador como Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, han acabado dimitiendo. En el partido conviven dos almas con rencillas históricas que dificultan el resurgir: el aguirrismo y el cifuentismo. Pero también quedan dirigentes de la órbita del expresidente Ignacio González.

En estas circunstancias, la prioridad del PP nacional es tomar las riendas sin soliviantar a ninguno de los sectores, «respetando todas las sensibilidades» y situando en puestos clave a perfiles que, fundamentalmente, «respondan ante Mariano Rajoy». Tanto Juan Carlos Vera, que ya dirigió la gestora creada tras la renuncia de Aguirre, como el vicesecretario de comunicación, Pablo Casado, tendrán un papel relevante en la nueva fase. Fuentes populares explican que necesitan caras reconocibles para una militancia en la que ha prendido el desafecto. En el PP temen incluso que empiecen a detectarse fugas a Ciudadanos por fichajes electorales. El territorio es una de las columnas del PP a nivel nacional en términos de votos y los últimos acontecimientos, con el desenlace humillante de Cifuentes, han debilitado aún más las expectativas del PP. La última encuesta electoral publicada hace descender a los populares a la tercera posición en la comunidad.

Nombres

Pasado el Dos de Mayo, la primera decisión será el nombre del sustituto de Cifuentes en el Gobierno. No se descarta al presidente en funciones, Ángel Garrido, pese a que a algunos les genera desconfianza por su lealtad a Cifuentes. Circulan también los nombres del consejero Pedro Rollán, el expresidente del Consejo Superior de Deportes, Juan Antonio Gómez-Ángulo, o el portavoz en la Asamblea, Enrique Ossorio. A partir de ahí, tiempo habrá para revelar las cartas electorales.