Una novela resucitará el crimen de Souto veinte años después

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

DEZA

La joven recibió sepultura en A Estrada de forma provisional.
La joven recibió sepultura en A Estrada de forma provisional. r. leiro< / span>

Recuperará la extraña historia del cadáver hallado entre dos candelabros

19 jun 2014 . Actualizado a las 20:18 h.

A Estrada fue escenario hace dos décadas de un misterioso crimen que estremeció al municipio. Una joven de 21 años fue hallada muerta en un monte de Enviande, en la parroquia estradense de Souto, el día de Reyes de 1994. Nadie en el pueblo la conocía ni se explicaba cómo había podido acabar allí. Mucho menos por qué el cuerpo -que fue hallado tendido boca a arriba y con los brazos cruzados sobre el abdomen- estaba enmarcado por un par de candelabros con velas con la mecha gastada.

Para los tres cazadores que encontraron el cadáver en aquel lugar inhóspito, la estampa es difícil de borrar. Para el resto de los estradenses, la vida siguió y aquella crónica negra cayó en el olvido. Pero la historia volverá a cobrar actualidad en breve de la mano del escritor madrileño Rafael Herrero. El autor se ha documentado a fondo para trabar su relato. No obstante, para no herir sensibilidades de familiares o conocidos, optará por una historia novelada, con concesiones a la ficción.

Rafael Herrero nunca ha estado en A Estrada y nunca había tenido noticias hasta ahora de aquel trágico suceso. Una editorial le propuso escribir una novela para una serie de doce títulos que prepara sobre la crónica negra española. La propia editorial le sugirió más de treinta sucesos y el autor se decidió sin dudarlo por el estradense. «Es una historia muy sugerente e inquietante», asegura el escritor. «Es una historia especial, que me provoca una extraña sensación. Tiene una parte esotérica, por los candelabros que en un primer momento hicieron pensar en algún tipo de ritual y por las publicaciones de algunos medios que incluso afirmaron que una médium, con una tabla de güija, descubrió el nombre de la mujer asesinada», explica Herrero. No obstante, lo que más le enganchó al autor fue la cruda historia vital de una mujer que fue madre con 17 años, trabajadora de un club de alterne e integrante de una banda que asaltaba bancos.

La novela sobre el trágico suceso espera ver la luz la próxima primavera. El episodio en sí tiene tintes novelescos. El cadáver de Rosalía Gonçalves fue hallado en un monte de Souto. La mujer estaba descalza y presentaba tres heridas de bala: una en la sien y dos en el cuello. En un bolsillo del pantalón guardaba un mechero de un bar de Andorra que resultó ser una pista definitiva en la investigación.

El 28 de diciembre se había cometido un atraco en una sucursal bancaria de Codeseda. Un hombre y una mujer que hablaban portugués atracaron el banco a cara descubierta y después huyeron en un coche, con matrícula de Andorra, conducido por una tercera persona. La atracadora guardaba un gran parecido con la mujer asesinada.

El 11 de enero, la Guardia Civil detuvo en Pamplona a los dos autores del asesinato, que presuntamente intentaban huir hacia Andorra. Eran A. I. V. y F. M. M.

Un teléfono de un club

Entre sus pertenencias fue hallada una agenda de teléfonos en la que aparecía el nombre de Paula y un teléfono. Paula resultó ser el seudónimo de la mujer asesinada y, el teléfono, el del local de alterne de Valença do Miño en el que trabajaba y donde conoció a sus asesinos. La joven se había enrolado con ellos en una banda que en aquella época cometió atracos en diversas entidades bancarias de la provincia. Según parece, la mujer no estaba de acuerdo en el reparto del botín del último golpe y amenazó a sus compañeros con acudir a la policía. Los dos hombres decidieron asesinarla. Lo hicieron el 31 de diciembre de 1993. El 1 de enero regresaron al monte para cruzar las manos de la joven y colocar los candelabros con velas «en señal de cariño», según declararon ante el juez tras ser detenidos y confesar el crimen. En la agenda que llevaban cuando se les detuvo incluso tenían anotaciones referentes al ofrecimiento de misas por el descanso de la joven asesinada. El juez decretó 30 años de prisión para cada uno de los jóvenes.