Dieste en la esquina de Cortefiel

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

CEDIDA POLA RAG

20 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando hablaba de uno los grandes de este oficio, mi añorado Juanjo Gallo siempre decía: «Escribe como los ángeles». Los que se toman todo al pie de la letra, y van por la vida como si estuviesen leyendo el prospecto de un medicamento, le dirían que los ángeles nunca han escrito nada, como mucho han dictado algunos libros sagrados, pero los que somos más metafóricos que literales sabemos que Juanjo tenía razón y que hay escrituras que solo se pueden describir elevando a sus autores a los cielos.

Y si pienso durante un instante a quién le encajaría mejor esa hermosa etiqueta de «escribir como los ángeles» me acuerdo enseguida de Rafael Dieste, que dibujaba párrafos tan hermosos como imposibles: «Alumbrando el rellano de la escalera había un quinqué de petróleo, cuyo depósito era de color guinda y levemente modelado como un pequeño mar en que estuviera meciéndose el crepúsculo».

Y cuando pienso en Rafael Dieste me acuerdo de la esquina de Cortefiel, donde media ciudad ha esperado alguna vez por la otra mitad de A Coruña. Por allí cerca vivían Dieste y su esposa, Carmen Muñoz, y a menudo también se citaban en esa esquina, que es la esquina más esquina de todas las esquinas de A Coruña. Y recuerdo a Manuel Lourenzo contándome que a veces se encontraba a Carmen en la acera de Juan Flórez, esperando por Rafael y quejándose de que llegaba tarde, y justo al dar la vuelta, ya del lado de la cuesta, estaba Dieste aguardando por Carmen y lamentándose porque siempre se retrasaba. Y pienso que esa forma de encontrarse desencontrándose en la esquina de Cortefiel es la misma que tenían la Maga y Oliveira de no acabar de encontrarse en los puentes de París. Será porque Cortázar también escribía como los ángeles.