Probaos, en Oza-Cesuras, presume de arquitectura de tres épocas históricas

CRISTÓBAL RAMÍREZ

A CORUÑA

cristóbal ramirez

Conocer su castro, torre y fortaleza se convierte en un aventura asequible hasta para los más pequeños

23 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo que hoy es Oza-Cesuras, retaguardia del golfo Ártabro por el sur, era y es territorio ignoto. Obviamente está en los mapas, obviamente tiene una excelente red de carreteras y obviamente es conocido. Pero no visitado. Tierras que han quedado algo encerradas entre vías de comunicación importantes y a las que muy poca gente va a pesar de su belleza y sus tesoros artísticos. Y de su historia, porque por ahí un nutrido grupo de soldados napoleónicos se despistó y ni uno salió con vida.

Lo cierto es que para pasar una jornada al aire libre sin masificaciones de ningún estilo esos parajes resultan idóneos. Cierto también que quedan a desmano, y ello obliga a pasar un buen rato en el coche antes de llegar a O Empalme y ahí volver a girar hacia el norte (carretera DP-2602), parroquia de Probaos, paisajes amables con unas viejas montañas al fondo.

Y nada más entrar en esa carretera, tras la primera curva se extiende una larga recta, cosa desde luego rara en la geografía gallega, y el primer desvío a la izquierda lleva a la iglesia de Santaia, que ya se adivina entre la arboleda.

En verdad el crucero moderno que se alza unos metros antes resulta difícil que entre en un catálogo de los más bellos de Galicia (sustituyó a otro con cruz de madera), por decirlo educadamente, pero el pequeño y sobrio templo compensa cualquier impresión anterior. No porque se vea en un estado aceptable, aunque no le vendría mal una mano de pintura, ni siquiera por sus dos cruces antefijas en los tejados (una está rota), sino por su pequeño si bien notable cementerio en tierra delante de su puerta.

Por lo demás, la iglesia es el típico ejemplar del siglo XVIII gallego, época del barroco, con una sola nave rectangular. Destaca en su sencilla fachada la espadaña, con doble campana y una cuidada ornamentación superior en granito a la vista.

Hay amplio espacio para aparcar y para sumergirse en la aventura de dar marcha atrás y en la curva seguir recto por pista de tierra que se va a estrechar, metiéndose en medio del bosque. El truco consiste en seguir siempre lo más recto posible, porque así se llegará a una elevación primero (a la derecha) y a otra después, muy cerca todo ello.

La primera es ni más ni menos que lo que queda de la fortaleza de Probaos. Realmente fue una torre de unos 30 o 35 metros de lado rodeada por un foso. Por desgracia, todo apunta a que hace no muchos años uno o varios vecinos se llevaron sillares para sus propias construcciones.

Y el segundo montículo es un castro, ovalado en su parte superior —la croa— y un doble foso antes que desanimaba a cualquier que se acercase con poco gratas intenciones. Ahora, en medio de la vegetación, es un lugar donde se respira paz.

O EMPALME

43º09'57''N 8º14'27''W.

LA FOTO MÁS PERSONAL

En los restos de la torre.

LA AVENTURA

Subir a la croa del castro.

PARA NIÑOS

Excursión idónea.