«Una mafia rusa nos obligó a atracar la joyería Calvo»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Los autores del robo en rúa Nueva dicen que fueron forzados bajo amenaza de muerte a viajar a desde Estonia a A Coruña para asaltar el establecimiento

28 oct 2014 . Actualizado a las 10:39 h.

Los estonios Pavel Poluektov y Jasin Vassil se comportaron ante la titular del Juzgado de Instrucción número 3 como dos pardillos. Se mostraron ante la jueza como un par de amigos que un día tuvieron la mala suerte de cruzarse con la mafia rusa y terminaron en una cárcel del municipio gallego de Teixeiro sin comerlo ni beberlo. Dijeron ser unas víctimas. Juraron que fueron obligados a atracar la joyería Calvo y de no haberlo hecho, hoy serían hombres muertos. Y aunque la policía no les cree ni media palabra, así explicaron como terminaron un inocente vendedor de vegetales y un fotógrafo aficionado saliendo en los telediarios: Pavel y Jasin se conocían desde los 16 años y en Estonia eran inseparables y gente de bien, pues afirman que jamás fueron detenidos por delito alguno. Hasta que hace dos meses el vehículo en el que viajaban por Riga llegó a una rotonda. Un coche les tapaba la visión de un automóvil que circulaba por la isleta y colisionaron. La mala suerte de estos dos jóvenes de 26 y 24 años fue que el vehículo contra el que chocaron iban unos mafiosos. Podrían haber hecho un parte amistoso y cada cual por su lado, pero su seguro era tan pobre que no les cubría los daños del contrario, y por encima había que pagar la reparación de un Mercedes. Y como el seguro no se hacía responsable y ellos no tienen casi ni para comer, la solución la dieron los mafiosos rusos: trabajar para ellos. Les dijeron que si no hacían lo que ellos les mandaban, los matarían. Así que ni discutieron y se pusieron a su servicio.

Su primer encargo, según declararon los ahora encarcelados, era viajar a España y atracar una joyería. Fue al llegar al aeropuerto de Barcelona cuando les informaron que el negocio que tenían que asaltar estaba en la rúa Nueva de A Coruña. Porque de estonia no salieron estos hombres con toda la información, sino que se la iban dando a poquitos. ¿Cómo? Pues a través de un móvil. Así, en la capital catalana supieron nada más bajarse del avión que tenían que coger un bus con destino a una ciudad que se llamaba Lugo y que estaba en la otra punta del país. Y a Lugo se fueron. Y al llegar, recibieron otro mensaje, según declararon, que ya les decía que el golpe se iba a dar en A Coruña, por lo que tuvieron que tomar otro autobús.

Dicen que estaban borrachos

Llegaron a la ciudad el pasado martes, la víspera de cometer el atraco. Pero como no tenían dinero, se pasaron toda la noche de un lugar a otro bebiendo bebida barata, por lo que terminaron borrachos. Y así amanecieron. Se pusieron unas pelucas y unas gafas y entraron en la joyería Calvo. Los tres tenían muy claro cuál era su papel. Mientras uno se ocupaba de amedrentar a los empleados y clientes, los otros dos cogían cuantas joyas y relojes de marca pudieran entrar en las bolsas. Y en medio de todo ese jaleo, apareció un agente de la policía que había sido alertado por un viandante. Se deshicieron de él con un puñetazo y un empujón y salieron a la carrera. Cada uno por su lado. Hasta que dos de ellos fueron detenidos poco después y las imágenes del arresto salieron en los telediarios.

Esa imagen tan tierna que quisieron ofrecer delante de la jueza la tiran por los suelos los encargados de la investigación, que afirman que esos hombres de víctimas de mafia rusa no tienen nada de nada. Porque hay pruebas de que actuaron con una profesionalidad que no es de quien roba por primera vez. Ni por segunda ni por tercera. Que se sabe que estudiaron la zona, que evitaron las cámaras de seguridad, que sabían perfectamente qué marcas había que robar y en qué expositores estaban y que la rapidez con la que forzaron las vitrinas invita a pensar que no eran las primeras vitrinas de sus vidas.