Espacio de «similitud gráfica con un espermatozoide», escribió Liñeiro

La Voz

A CORUÑA CIUDAD

23 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El diseñador urbano Antonio Vázquez Liñeiro fue el responsable del proyecto de urbanización de Los Rosales. Sobre cómo nació esta nueva ciudad escribía: «A pesar de su similitud gráfica con un espermatozoide, Los Rosales nace bajo la supervisión médica de Camillo Sitte y con el visto bueno del Haussman coruñés Francisco Vázquez», entonces alcalde. Era el inicio de la explicación que Vázquez Liñeiro daba en diciembre de 1995 en la revista Galicia 10 que dirigía José Antonio Parrilla.

Vázquez decía en la colocación de la primera piedra que «se ha conseguido triunfar con el PGOU, al habilitar Mato Grande, Los Puentes y ahora Los Rosales». Además mostraba su especial querencia por el último «ya que se proyectó en su totalidad bajo mi mandato y ahora representará el tipo de urbanismo de mi etapa en la alcaldía». Ese urbanismo lo razonaba Vázquez Liñeiro diciendo que «esta raqueta urbana que nace impregnada de la topografía del terreno es similar a aquellas cuya vocación fundamental es la búsqueda del bienestar social y del diálogo entre el ciudadano y su entorno proyectado». Y auguraba que el resultado final del proyecto «será absolutamente fiel al viejo y sabio postulado de Aristóteles: Que la ciudad se edifique de modo que dé a los hombres seguridad y los haga felices».

50.000 millones de inversión

Uno de los datos apuntados con la puesta en marcha de la nueva urbanización era que la inversión se aproximaría a los 50.000 millones, «pero eran de pesetas», matiza José Souto. Detalla asimismo que dicha cantidad incluía la construcción de 4.500 viviendas y que la promotora se encargó de la urbanización del suelo. La construcción de los diferentes edificios estuvo a cargo de otras empresas.

Fin de la Ronda y otros barrios

El coste de la urbanización se cifraba entonces en unos dos mil millones de pesetas, cantidad en la que estaba incluida la finalización de la Ronda de Outeiro que llegaba a su sexta fase.

En la mencionada publicación, Vázquez Liñeiro apuntaba que «los últimos esquemas urbanísticos de nuestra Ciudad -Mato Grande y Elviña- son hijos de padre desconocido, aunque genéticamente sus neuronas espaciales pertenezcan al universo creativo de Le Corbusier. Su pureza bidimensional fue violada por mediocres proyectistas que engendraron volúmenes cuya única razón estética era la estática».