María de Villota: «Me di cuenta de lo ciega que estaba antes»

María Vidal Míguez
María Vidal A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

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La ex piloto de fórmula 1 participó en un congreso en A Coruña

11 oct 2013 . Actualizado a las 18:31 h.

«¡Qué graciosa la niña, dice que quiere ser piloto de Fórmula 1!», le decían de pequeña. Pensaban que eran un sueño loco que se le pasaría con los años. Pero no fue así. María de Villota se preparó a conciencia, pasó el corte entre 2.500 pilotos a nivel nacional, consiguió el subcampeonato de España de fórmula Toyota y hasta un podio en F3, la antesala de la F1. «La vida me sonreía, y sabía que si podía llegar a la Fórmula 1 era por mi fuerza interior», dice María de Villota, que poco después se convirtió en la primera mujer en entrar en las pruebas de McLaren, donde se codeó con otros de la talla de Hamilton o Button. Comenzó su intervención en el congreso Lo que la verdad importa, que se celebró ayer en Palexco, haciendo alusión a Steve Jobs, y su teoría de la conexión de los puntos. «Él seguía con pasión las cosas que le encantaban aunque no tuviesen sentido, porque tenía la creencia de que algún día formarían parte de algo vital». Y lo formaron. Un día Bernie Ecclestone le preguntó si estaba preparada, a lo que María le contestó: «Lo importante no es que lo diga yo, sino que lo diga un cronómetro». «Pues a hacer 300 kilómetros para ver si lo estás», sentenció el dueño de la fórmula 1. «Ahí estaba mi momento, los puntos de mi vida se alineaban para pilotar un F1».

Un sueño truncado

Pero el 3 de julio del 2012 el sueño por el que había luchado «desde que levantaba un palmo del suelo» se truncó. Mientras realizaba un test aerodinámico como piloto de pruebas de fórmula 1 para la escudería Marussia, el coche colisionó contra un tráiler aparcado en pista. María de Villota todavía recuerda ese día como si fuera ayer. «Me levanté como cualquier día, me dio tiempo a acicalarme y todo, porque yo soy muy meticulosa y fui con mucho tiempo al circuito. Mi madre estaba supernerviosa y mi padre le decía: 'Pero si lo difícil fue hasta ahora, hoy es un test en una línea recta'. Un día antes le había dicho a mi hermana que viniera, y resulta que ella ya lo estaba organizando. No sé hasta qué punto fue bueno, porque fue la primera en llegar al coche», recuerda María. A pesar de que la policía del Reino Unido la llegó a dar por muerta, «había un parte de defunción y todo», cuatro días después se despertó. «Mi madre casi se cae al suelo, porque empece a hablar en inglés».

Los médicos le insistieron en que le habían salvado la vida, pero que había sido inevitable la pérdida del ojo derecho. «Y yo decía: '¡Cómo lo habéis hecho sin preguntarme a mí!'. Soy piloto de Fórmula 1 y tengo que pilotar con dos ojos, igual que usted es cirujano y necesita dos manos». Sin embargo, de pronto todo cambió. «La velocidad comenzó a disminuir, ahora voy a cámara lenta. Me quité el casco y empecé a ver a mi alrededor, a disfrutar de mi familia, y me di cuenta de lo ciega que estaba antes». Irradia positivismo, y a pesar de los 104 puntos que lleva en la cara dice sentirse feliz por lo que ha pasado. «Sientes gratitud, quieres compartir, y te das cuenta de que todo es relativo. Menos mal que me ha pasado esto, y puedo ayudar y darme cuenta de lo que de verdad importa». Seguirá ligada al automovilismo porque lleva en la sangre el sonido de los coches, pero a sus 33 años tiene el futuro por delante.