Irán torpedea la cumbre sobre la tortura con un discurso antiisraelí

E. Müller? / ?V. Hebrero

INTERNACIONAL

La apertura de la conferencia de la ONU estuvo marcada por el boicot de EE.UU., Alemania e Italia

21 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La primera cumbre de las Naciones Unidas en ocho años sobre racismo, que se inauguró ayer en Ginebra, se inició con un escándalo anunciado y marcada por el boicot de varios países, entre ellos, EE.UU., Israel, Alemania, Canadá e Italia, que decidieron no acudir a la cita por temor a que se convirtiera en un foro antisemita.

Los países que boicotearon el encuentro no se equivocaron y el temor que los invadía antes de que se iniciara la cumbre mundial se convirtió en una lacerante realidad cuando el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, el más famoso negacionista del Holocausto y enemigo número uno de Israel, denunció el «racismo» del Estado judío y la complicidad de EE.?UU. y los países occidentales en la política israelí contra los palestinos.

«Después de la Segunda Guerra Mundial, ellos [los aliados] han tenido que recurrir a la agresión militar para quitarles las tierras a toda una nación bajo el pretexto del sufrimiento judío», dijo el iraní, interrumpido por gritos y abucheos de grupos judíos y disidentes iraníes. «Ellos han enviado a emigrantes de Europa, de EE.?UU. y del mundo del Holocausto para establecer un Gobierno racista en la Palestina ocupada», añadió.

La respuesta de 23 países de la Unión Europea presentes en la sala no se hizo esperar (no estaban Alemania, Holanda, Polonia e Italia). Siguiendo instrucciones acordadas de antemano, los delegados abandonaron la sala en protesta por la intervención de Ahmadineyad, un «discurso de odio», como fue calificado por Nicolas Sarkozy en un comunicado oficial.

«Consigna de la Presidencia»

La UE -con excepción de Holanda, Alemania, Italia y Polonia- decidió la noche del domingo participar en el encuentro bajo la condición de no aceptar ningún abuso, entre otros, calificar de racista a Israel. «Como el resto de los embajadores, hemos seguido la consigna de la Presidencia [checa], que era que en el momento que escuchásemos comentarios no aceptables para Europa abandonaríamos la sala. El presidente iraní ha hablado de un Estado racista y por eso nos hemos ido», dijo el embajador español ante la ONU, Javier Garrigues. Los delegados de la UE regresaron a la sala cuando Ahmadineyad finalizó su discurso.

No fue el único escándalo de la primera jornada del encuentro, que pretendía superar la polémica de la primera conferencia sobre racismo de la ONU que se originó en el 2001 en Durban (Sudáfrica), donde israelíes y estadounidenses abandonaron el foro cuando los países árabes tacharon a Israel de Estado racista.

Cuando el ultraconservador iraní subió a la tribuna para iniciar su discurso, un grupo de manifestantes comenzó a gritarle «asesino» y «racista», en un intento por impedirle que pronunciara su discurso. Pero la actuación de las fuerzas de seguridad que expulsó a los manifestantes hizo posible que Ahmadineyad diera rienda suelta a su odio visceral hacia Israel y condenara la actitud del Consejo de Seguridad de la ONU, al que criticó por su silencio ante lo que llamó «los crímenes» cometidos por el régimen israelí durante la ocupación de Gaza.

Durban II, como fue bautizada la conferencia, fue inaugurada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien rechazó la actitud de EE.?UU. y sus aliados. «Lamento profundamente que algunos [países] hayan decidido quedarse fuera. Espero que no lo hagan por mucho tiempo», dijo. Washington anunció el sábado que iba a boicotear la cumbre ante el temor de que la declaración final reafirmara el lenguaje utilizado hace ocho años en Durban, cuando el documento de aquella reunión criticó a Israel con un párrafo que podría estar a punto de recuperar actualidad: «Estamos preocupados por la difícil situación del pueblo palestino bajo la ocupación extranjera», señalaba la declaración firmada en el año 2001.