El Priorato de Lóuzara es históricamente una casa en el lugar de Campos, entre los montes Oribio y Courel, cuyo origen se cifra en el siglo XI, ya con presencia de monjes. En el siglo XVI ya se tienen noticias de que monjes benedictinos la utilizaban para atender a pobres y peregrinos.
Cinco siglos después, en febrero del 2007, el edificio recuperó su carácter social gracias a la Fundación O Noso Lar, que en poco tiempo la ha convertido en un lugar de encuentro para las gentes de la comarca, además de convertirla en lo que se puede denominar como un centro dinamizador.
El principal objetivo del organismo que preside Miguel Gómez es dar compañía y aliento a los habitantes de los pequeños pueblos del Val de Lóuzara, una población envejecida y que vive sola en muchos casos, al mismo tiempo, muy alejados de los núcleos urbanos y que no disponen de ningún tipo de infraestructura social, cultural o de ocio.
Los residentes en esta zona carecen de muchos servicios, pero tienen el gran tesoro de ser los herederos y portadores de una cultura muy rica en valores y tradiciones, así como un gran apego por su tierra.
El fin de O Noso Lar se está cumpliendo con creces desde que abrieron el Priorato, edificio que se ha convertido en un emblema de la zona y que ha conseguido llenarla de vida.
En los dos años y medio que se cumplen desde que abrió sus puertas, sus promotores han conseguido con creces convertirse en un punto de convivencia intergeneracional, lugar de acogida de actividades de todo tipo para los mayores, al mismo tiempo que se abría a otros lugares para que gente de diversas procedencias pueda conocer este lugar único.
La meta final de este arduo y desinteresado trabajo de O Noso Lar es conseguir que estos valores de los que la sociedad cada vez carece más se conserven para que puedan ser transmitidos a las futuras generaciones y no se pierda el gran legado que atesoran las gentes del Val de Lóuzara.