Un avión de Vueling con destino A Coruña realiza un aterrizaje forzoso en Sevilla

Emiliano Mouzo A CORUÑA/LA VOZ.

GALICIA

A bordo se vivieron momentos de pánico al oírse un ruido ensordecedor y al empezar a vibrar la aeronave

21 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Un avión de la compañía Vueling que cubría la conexión 2798 Sevilla-A Coruña tuvo que realizar ayer un aterrizaje forzoso en el aeropuerto andaluz con unas 180 personas a bordo.

Todo ocurrió sobre la medianoche del domingo al lunes. El avión despegó de Sevilla y, a los cinco minutos de encontrarse en el aire, en el interior de la aeronave «comenzó a oírse un ruido ensordecedor y el avión empezó a vibrar. Se movía de tal forma que parecía que se iba a caer en cualquier momento», comentó Sara Rivas, una de las pasajeras afectadas.

En ese momento, el comandante de la aeronave informó al pasaje de que había surgido una pequeña avería. «Dijo que no era nada grave, algo que no revestía riesgo alguno», señaló María Jesús, una pasajera andaluza que venía a pasar unos días de vacaciones a A Coruña.

Tanto María Jesús como Sara Rivas coinciden en señalar que las palabras del piloto «no eran nada convincentes, parecía que ni él mismo se creía lo que decía». Además, como minutos antes del despegue también había surgido un problema con el cierre de la bodega del avión, percance que retrasó casi una hora la salida, «el comandante se atrevió a decirnos que todo era una fatalidad y que, bueno, que no era nuestro día». El fuerte ruido, las vibraciones que sufría el avión y el escaso poder de convicción del comandante hicieron que a bordo del avión de Vueling se vivieran momentos de gran tensión y pánico.

Gritos y lloros

La totalidad de los pasajeros, explicó Sara Rivas, «nos agarrábamos fuertemente a los reposabrazos. Otros lloraban y la mayoría de la gente gritaba mucho». «Nunca en mi vida tuve tanto miedo», añadió. La aeronave tomó tierra finalmente en el aeropuerto de Sevilla sin problemas, pero con la presencia en la pista de «vehículos de bomberos, coches de la Guardia Civil y de la Policía Nacional e incluso ambulancias», indicó María Jesús.

A pesar de este despliegue de equipos de seguridad, visible desde el interior del avión, el comandante comunicó a los pasajeros que se quedasen sentados. «Nadie le hizo caso. Ninguno en en ningún momento creímos sus palabras. O era muy joven o muy inexperto. Por eso nos levantamos todos temblando. Queríamos salir. Los empujones se sucedían y si no llegan a abrir las puertas, nos aplastamos», aseguró María Jesús.

Ya en tierra, y aún con el susto en el cuerpo, empezaba una odisea de más de 18 horas para llegar a A Coruña.