La quilla que bailó sobre una moneda

FERROL

El jefe de la Armada de Australia cumplió con una tradición de su país y colocó en la grada una pieza de oro debajo del primer gran bloque de su futuro barco anfibio

24 sep 2009 . Actualizado a las 21:50 h.

Fue una ceremonia atípica, en muchos sentidos. La colocación de la quilla -el bloque central de un barco- del primero de los dos grandes buques anfibios que Navantia construye para la Armada de Australia no tuvo nada que ver con el formato en el que habitualmente se desarrollan este tipo de actos en el astillero ferrolano, que por primera vez acogió una ceremonia oficial presidida por el máximo responsable de la Marina de las Antípodas, el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, Russ Crane.

Si bien habitualmente Navantia hace coincidir los actos de colocación del módulo de quilla de un buque con la botadura de otro, en esta ocasión únicamente se llevó a cabo el primero. Además, debido a las dimensiones superlativas del navío, que está basado en el Juan Carlos I , el de mayor tamaño y capacidad de la flota naval española, Navantia aprovechó para colocar, junto con la quilla, otras cuatro secciones más del barco, las que albergan, además de zonas de paso, partes de la sala de máquinas.

Las dimensiones de estas secciones obligaron a Navantia a utilizar cuatro grúas al mismo tiempo para mover los bloques, que quedaron colocados sobre la grada en torno a las 12.20, unos veinte minutos después de iniciada la ceremonia.

Alejada de los actos multitudinarios que suelen ser las botaduras, en la que la cientos de trabajadores y sus familias se concentran en torno a la grada, el de ayer fue un hito sencillo, en el que apenas si participaron un centenar de personas, entre las que se encontraban trabajadores de la factoría ferrolana y también del astillero australiano ASC. También contó con la presencia del máximo responsable de Navantia, Aurelio Martínez, nombrado por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) a finales del pasado mes de julio y quien prefirió no intervenir ante los medios de comunicación invitados al evento.

La principal nota diferenciadora de la jornada fue protagonizada por el almirante Crane, quien, cumpliendo con una tradición naval seguida por su país, aunque de sello británico, bajó a la grada a colocar sobre ella una moneda de oro, con el fin de dar fortuna al buque anfibio. Este gesto evoca el pago que se hacía antiguamente a Caronte para que trasladase las almas de los muertos lejos del infierno. Así, en caso de naufragio, se aseguraría que los ahogados no acabasen en el averno.

Tras cumplir con este rito y después de sonar los himnos de Australia y España, el Ajema cortó las cintas que dieron paso al movimiento de la quilla, que bailó con suavidad sobre la grada hasta quedar situada en la que será su cama durante los próximos 18 meses, cuando se irán uniendo los bloques hasta completar el barco. En total, estará compuesto por 104 secciones, dos tercios serán construidas en la antigua Astano y, las restantes, en Ferrol.

El contrato de construcción de ambos buques -unido al del diseño de tres destructores- supera los 1.200 millones de euros y supone el de mayor importe firmado hasta ahora por los astilleros públicos españoles.