Piden imputar a la directora del colegio en el caso del niño de Cercio

La Voz

LALÍN

09 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El abogado que ejerce la acusación particular en defensa de los intereses de la familia del niño fallecido el mes de diciembre pasado tras ser atropellado por un autobús escolar a la puerta del colegio de Cercio pidió al juzgado que se amplíen las responsabilidades y se incluya entre los imputados por el caso a la directora del centro. Al mismo tiempo solicitó también que se persone en la causa la compañía de seguros de la Consellería de Educación, al entender que el colegio fue también en parte responsable de la muerte del pequeño.

Una petición que la acusación particular realiza después de que se produjera en el juzgado la declaración del bedel del centro. Unas testificales que se llevaron a cabo a petición de los abogados del conductor y la cuidadora, que solicitaron al juzgado que se ampliaran las investigaciones. El accidente se produjo el 3 de diciembre del 2007. El niño fallecido, Santiago Miguélez Gómez, era hijo único y tenía ocho años.

Hasta ahora los únicos imputados en el caso, como presuntos autores de un homicidio involuntario, eran el conductor del autocar y la acompañante del mismo. En la causa estaban personados además las compañías de seguros de la empresa de autobuses y la de la firma que contrató a la acompañante. Al parecer la petición de ampliar la imputación a la directora del centro e incluir en el caso a la compañía de seguros de Educación fue también respaldada por las otras partes y los otros dos imputados.

El abogado de la familia, Luis Javier Yebra-Pimentel, apuntó que el bedel explicó en el Juzgado número 1 de Lalín que era funcionario del Concello lalinense pero que tenía una incapacidad y entonces había sido reubicado en el colegio de Cercio, donde desempeñaba las labores de conserje. El hombre, según el abogado de la familia del niño fallecido, apuntó que en el colegio no le habían dicho lo que tenía que hacer. El bedel explicó que casi siempre era él el que recibía a los niños cuando llegaban en el autobús porque consideraba que la maniobra llevaba consigo cierto riesgo, pero que ese día en concreto no lo hizo. El hombre declaró que la mañana del accidente se encontraba en el interior de su oficina.

Yebra-Pimentel considera también razonable que algunos de los compañeros de Santiago Miguélez, los de más edad, presten declaración ante jueza y fiscal. Apunta que ya que no hay testigos directos de lo que pasó el día del accidente, al menos se podrá saber cuáles eran las actuaciones habituales de cara a depurar responsabilidades.

Cúmulo de errores

Este recordó que el 3 de diciembre pasado, si el conductor no hubiese hecho la maniobra con prisa y hubiese mirado hacia atrás con detenimiento, habría visto a Santiago Miguélez y no se hubiera producido el fatal atropello. Argumenta que si por su parte la cuidadora obrara con la diligencia de esperar en este caso y realizase su cometido bajándose del autobús y asegurándose de que todos los niños estaban dentro del centro antes de que el coche arrancase el pequeños estaría vivo y nada de esto hubiese pasado.

El abogado reconoce también que aunque se hubieran producido esos dos fatales errores pero en el colegio el conserje estuviese en la puerta o alguien recibiese a los niños y se cerciorase de que no salía nadie o de que entraran todos antes de arrancar el autocar tampoco se hubiera producido el accidente por lo que considera que el colegio tiene algo de responsabilidad en el caso, de ahí que se pida que se amplíe la imputación a la directora del centro, como máxima responsable del mismo.

Yebra-Pimentel recuerda que se trata de un colegio pequeño y que el número de niños que llegaba en ese autocar era tan solo de catorce. Un número que, señala, hace que llevar a cabo la labor de vigilancia y velar por la seguridad de los escolares garantizando que no les pase nada a la entrada y salida del centro no parezca tan difícil. Reconoce que ese día se dieron un cúmulo de fatalidades pero cree que nada hubiera pasado si por parte de conductor y la cuidadora, sobre todo, y del propio centro se cumpliesen unas mínimas pautas y se pusiese en esas maniobras el mismo cuidado que pondría cualquier padre.